lunes, 6 de octubre de 2008

CARTEL DE CALI










EL CORONEL, LA DAMA Y EL VIDEO
Semana revela la verdadera historia del comandante del bloque de búsqueda que cedió a los encantos de una espía del cartel; fué filmado y desbarató luego el chantaje
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Fecha: 09/12/1994 -641

A MEDIADOS DE JUNIO, EL CORONEL CARlos Alfonso Velásquez Romero, comandante del Bloque de Búsqueda que opera en Cali en contra de las organizaciones del narcotráfico, vivía momentos desesperados. Había caído -y se odiaba por ello- en una trampa tendida por los jefes del narcotráfico del Valle. La situación estaba a punto de acabar de un solo golpe con su brillante carrera militar de más de un cuarto de siglo y con su feliz matrimonio de más de 7 años.
En efecto, meses antes había cedido a los encantos de una mujer que se había hecho pasar como informante de las interioridades del cartel. Los momentos más íntimos de la relación habían sido filmados sin que el coronel se diera cuenta, y por cuenta de ello, los capos pretendían chantajear al coronel. Fue entonces cuando tomó una decisión que iba a cambiar el rumbo de esta dramática historia: debía contarle todo a su esposa, como única fórmula para desactivar el chantaje. Pero, ¿cómo hacerlo?
Su afición al cine le daría la clave. En septiembre del año pasado había visto la película The Firm, protagonizada por Tom Cruise, en la que el personaje interpretado por el afamado actor es víctima de una jugada similar. Alquiló entonces la película en una videotienda e invitó a su esposa a verla en la casa. Cuando la cinta terminó, el coronel le dijo a su mujer: "¿Qué pensarías si te dijera que a mí me esta pasando lo mismo? "
Era el momento culminante de una tragedia que se había iniciado una noche de finales de enero, cuando el coronel Velásquez salió de su guarnición militar en compañía del mayor Guillermo Pérez a cumplir una cita en un restaurante de comida rápida, ubicado en cercanías de la Brigada. Allí los esperaba una atractiva mujer, morena, esbelta y cercana a los 40 años. Se presentó como Mery de la Vega, aunque luego se supo que este no era más que uno de sus alias. Los tres tomaron asiento y en las horas siguientes sólo hubo un tema sobre la mesa: el cartel de Cali.
En esas horas de conversación, más que la belleza de la mujer, al coronel Velásquez lo que más le llamó la atención fué el desparpajo, la sagacidad y la inteligencia que dejó traslucir en ese primer contacto. "Fue clara y directa. Nos ofreció información sobre una serie de personajes cercanos a los hermanos Rodríguez Orejuela.
Nos dijo que conocía los sitios donde vivían y dónde funcionaban algunos de sus negocios", contó el viernes pasado el coronel Velásquez en una larga charla que le sostuvo con la revista SEMANA. "Antes de despedirse -agregó- ella me dijo: 'Estoy dispuesta a acostarme con alguno de los sapos con tal de lograr información que a ustedes les sirva". Era el principio de una truculenta historia de mafia, sexo y espionaje que terminó por enredar a uno de los más destacados oficiales del Ejército colombiano.
El coronel y el mayor regresaron a la base y en el camino acordaron que iban a valorar la información que esa noche les había dado la mujer, y que si resultaba comprobada estudiarían la posibilidad de convertirla y clasificarla como informante del Bloque de Búsqueda. No se necesitó mucho tiempo para ver los resultados. Con las pistas que dio la mujer, el coronel y los oficiales del Bloque de Búsqueda dieron uno de los primeros golpes al cartel. Allanaron la residencia de David Aljure Barjum, donde hallaron importantes documentos de los Rodríguez Orejuela. Aljure Barjum, quien hoy se encuentra detenido en la República Dominicana, era, al parecer, la persona encarnada de mover los hilos del tráfico de drogas en Centroamérica que tenía como punto final de entrega a México.
Con los documentos hallados en la residencia, el coronel Velásquez comprendió que su nueva informante podría ser muy provechosa para la misión que el 20 de diciembre de 1993 le había encomendado el ministro de la Defensa, Rafael Pardo, y el Estado Mayor Conjunto. Esta consistía en la captura de los cabecillas del narcotráfico en Cali, contra quienes la Fiscalía había dictado las respectivas órdenes de arresto.

¿QUIEN ES ESTE HOMBRE?
El coronel Carlos Alfonso Velásquez Romero había sido seleccionado como comandante del Bloque de Búsqueda de Cali después de que sus superiores analizaran su trayectoria como militar y la de una docena de candidatos más. En ella encontraron razones de peso para nombrar a este bogotano, tímido, de pocas palabras y extremadamente sensible, en uno de los cargos más peligrosos del país. Su carrera empezó en 1967, dos semanas después de que su padre, el general Alfonso Velásquez Mazuera, pereciera en un accidente aéreo cuando el 23 de diciembre de 1966 pasaba revista a sus tropas acantonadas en el Tolima, Huila y Caquetá, en medio de una de las grandes ofensivas guerrilleras de esa década.
La carrera del coronel Velásquez había sido especialmente brillante. Había recibido las órdenes al mérito militar Antonio Nariño y José María Córdova. También había sido condecorado por sus servicios distinguidos en orden público y por operaciones realizadas contra la guerrilla en 1992. Siempre ocupó el primer puesto en los cursos de ascensos y cuando fue nombrado como jefe del Bloque de Búsqueda de Cali era el comandante da la Escuela de Artillería. A sus 44 años, era además un hombre organizado en su vida familiar. casado desde hacía siete años con una distinguida dama de la sociedad opita y padre de una hija. A finales de diciembre del año pasado, y cuando las autoridades ya habían dado de baja a Pablo Escobar en Medellín, el coronel Velásquez dejó la Escuela de Artillería en Bogotá y se desplazó sin su familia a Cali para coger las riendas del Comando Especial Conjunto (CEC) -más conocido como Bloque de Búsqueda-, que estaba en pleno proceso de reestructuración. Durante sus primeras tres semanas en la capital del Valle del Cauca, el coronel dedicó su tiempo al empalme y a conocer de cerca el trabajo que hasta ese momento llevaba a cabo el Bloque en esa ciudad. Los resultados hasta entonces no eran nada espectaculares y no habían tenido un reconocimiento de la prensa nacional, que por aquella época estaba centrada en el trabajo que realizaba la Policía en Medellín en busca de Escobar.

LOS GOLPES
El 20 de enero de este año, el coronel Velásquez asumió la dirección del Bloque de Búsqueda y desde ese momento los golpes a la infraestructura del cartel se sucedieron uno tras otro. El no tenía idea entonces de que esos mismos golpes despertarían la sed de venganza de los capos y serían el móvil de la celada en la cual caería semanas después.
Atacó la parte financiera y los resultados fueron inmediatos. El principal golpe que propinó en esa materia fue el 22 de febrero cuando el Bloque de Búsqueda allanó un apartamento que servía de punto de encuentro de Miguel Rodríguez con la ex reina Martha Lucía Echeverry. Allí los oficiales encontraron información sobre varias de las más importantes empresas de la familia Rodríguez Orejuela.
Otros allanamientos permitieron recopilar más información de la parte económica del cartel y establecer qué empresas, oficinas, casas de cambio y negocios comerciales, eran de los Rodríguez Orejuela. También logró establecer quiénes eran los administradores de esos negocios, al igual que los nombres de algunos de los más importantes testaferros de los Rodríguez Orejuela. En esta documentación aparecieron los nombres de políticos y hombres de negocios que presuntamente están al servicio del cartel. Toda esta información está en manos de la Fiscalía General de la Nación que adelanta una investigación para establecer el vínculo de esas personas con los negocios de los hermanos Rodríguez Orejuela.
En los análisis de esa misma documentación realizada por los oficiales del Bloque de Búsqueda se estableció que algunos de los negocios aparecen registrados a nombre de las ex esposas de los hermanos Rodríguez, con quienes mantienen vigente la sociedad conyugal. También figuran sociedades a nombre de los hijos y de las actuales esposas.
La información recogida era descomunal. Pero a la vez, bastante difícil de descifrar. Además, en muchos casos los hombres del cartel dejaban pistas falsas en lugares que sabían iban a ser allanados, con lo cual los analistas del Bloque se encontraban frecuentemente confundidos. El coronel comprendió entonces que debía obtener mucho más de los informantes que estaban a su servicio, entre ellos Mery de la Vega, la mujer que tanto lo había impresionado en su primer encuentro a finales de enero. Fue así como la relación se fue haciendo cada vez más estrecha. "Después de la primera reunión en el restaurante ella me pidió que mantuviéramos una línea directa de comunicación porque sólo confiaba en mí y me dijo que tenía la seguridad de que yo no me iba a torcer", relató el coronel Velásquez a SEMANA.
Para mantener esa línea abierta de comunicación acordaron una serie de medidas de seguridad. Primero, la informante se identificaría con el alias de 'Diana'; segundo, establecieron una serie de claves para identificar los sitios donde se reunirían. También acordaron que tendrían una cita mensual, pero con el paso de los días los encuentros fueron más frecuentes. Hubo semanas en que el coronel y 'Diana' se reunieron hasta dos veces.
Para ese entonces, Mery de la Vega ya estaba recibiendo una paga mensual de 250.000 pesos que salía de los "gastos reservados" que manejaba el coronel Velásquez, y una de cuyas destinaciones era precisamente el pago de la nómina de informantes. Acordaron además que, en caso de que la información que ella entregara permitiera la captura de alguno de los Rodríguez Orejuela o de las cabecillas del cartel, recibiría una buena recompensa.
Mery de la Vega no era la única informante que tenía el comandante del Bloque de Búsqueda. Como ella había muchos más. Este modelo es similar al utilizado en la guerra contra Escobar. Al igual que en Medellín, en Cali también arrojó buenos resultados. Sin embargo, en la capital antioqueña las historias de los informantes no terminaron por enredar en las sábanas a ninguno de los altos oficiales.

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ENCUENTROS CERCANOS
Pero como el trabajo que realizaba el coronel Velásquez comenzó a poner en jaque al cartel, sus cabecillas -que al parecer ya estaban tejiendo la trampa de la informante -ensayaron primero una vía más rápida para poner de su lado al coronel. Los intentos de soborno no se hicieron esperar. El primero de ellos tuvo lugar a finales de febrero cuando en Bogotá una persona cercana al alto oficial le propuso entregarle información sobre la ubicación de laboratorios de procesamiento de coca a cambio de que "dejara quietos a los hermanos Rodríguez Orejuela". El coronel Velásquez le contestó: "Mi trabajo es perseguir a los cabecillas del cartel y el problema de laboratorios de coca los maneja la Policía Antinarcóticos. Si usted tiene buena información acuda a ellos".
En el segundo lance que hicieron para sobornarlo, utilizaron ni más ni menos que a su hermana menor. A ella la ubicaron en el restaurante donde trabaja en Bogotá. Le ofrecieron una plata para que sirviera de correo y le comunicara al oficial que estaban dispuestos a pagarle una buena suma de dinero si paraba los operativos en Cali. La suma en cuestión era considerable: 300 millones de pesos. Y eso que, según le hicieron saber, sólo se trataba de la cuota inicial. El ofrecimiento iba acompañado de una primera amenaza: "Me mandaron a decir que ellos no querían declarar la guerra. Que sabían que yo estaba cumpliendo con mi deber, pero que si llegaba a tocar a Miguel, a Gilberto o a José Santacruz, sí me declaraban la guerra. Me advirtieron que no sería una guerra institucional, sino personal. Una guerra contra el coronel Carlos Alfonso Velásquez y que esa guerra sería en cualquier parte del mundo y dirigida directamente por Pacho Herrera", le contó a SEMANA el coronel Velásquez.
Con este mensaje, el alto oficial del Ejército pensó que los intentos de soborno que venía recibiendo habían llegado a su fin y que ahora la suerte estaba echada y sólo quedaba librar una batalla a muerte contra el cartel. Pero el coronel estaba equivocado. Unos días después fue contactado por un político conservador del Quindío que llegó a ocupar un Viceministerio, quien lo invitó a cenar para hablar sobre algunos temas delicados que podían tratarse en la oficina del oficial. "Fuimos a comer y durante la cena le conté que algunos miembros del cartel habían tratado de sobornarme por medio de personas allegadas a mí. El me contestó: 'Qué falta de altura, coronel, con una persona tan importante como usted que hoy puedo decir está a la altura del Fiscal General de la Nación '. La cena continuó y cuando llegó el postre, el político me dijo: 'coronel, los Rodríguez quieren que usted se reuna con ellos'. Yo me quedé callado. Seguí comiendo mi postre. Levanté la cabeza y lo miré de tal forma que con los ojos le dije todo lo que en ese momento estaba pensando". La reunión tuvo un final lacónico. Nunca se volvieron a ver.

RELACIONES PELIGROSAS
Toda esta serie de sucesos llevaron al Bloque de Búsqueda a intensificar mucho más su trabajo en Cali. Los allanamientos se multiplicaron y la recopilación de documentos fue cada vez mayor. Todos los días se descubría algo nuevo que le permitía al Bloque ir armando el rompecabezas del cartel. Para aquella época la relación profesional entre el oficial y la mujer empezaba a convertirse en algo mucho más nersonal. Los encuentros eran cada vez más prolongados. No sólo hablaban de trabajo, sino también de asuntos personales. Muchas veces del tinto y la gaseosa pasaron al brandy y al aguardiente.
El 2 de mayo la relación llegó a su clímax. Ese día Mery de la Vega llamó al coronel Velásquez a su oficina y en clave le dijo que necesitaba reunirse urgentemente con él. A las siete de la noche, vestido de civil y en un carro particular, el alto oficial se dirigió al restaurante de comida rápida, el mismo donde había conocido a su informante cuatro meses atrás. Allí estuvieron durante media hora. Comieron algo y ella le sugirió que fueran a un bar localizado al sur de Cali, donde debían encontrar a un hombre conocido con el alias de 'Chupeta', muy cercano al cartel y quien tenía la intención de convertirse en informante.
"Salimos en mi carro para el bar Tangos y Rancheras. Llegamos al sitio y nos ubicamos en una mesa cerca de la barra. Desde ahí se dominaba todo el lugar. Pedimos media botella de aguardiente para estar a tono con el ambiente. A esa hora en el bar había dos parejas más", recordó el coronel en su charla con SEMANA.
Cerca de media hora después llegaron al local dos parejas. "Cuando se sentaron en la mesa, Mery meseñaló a uno de los hombres que acababa de entrar y me dijo que ese era el contacto que estábamos esperando. Los minutos pasaron, nos tomamos un par de tragos y ella se me acercó y me dijo: ¿No te parece que estamos desentonando, tú sentado allá y yo acá? Entonces me propuso que jugáramos a los novios. Ya mí me gustó el juego", le relató a SEMANA el coronel Velásquez.
La pareja permaneció cerca de una hora más en el bar. Durante ese tiempo pasaron muchas cosas. Al bíper de Mery entraron dos mensajes. Ella se puso de pie y se dirigió a la barra para pedir el teléfono y responder las llamadas: "En esos momentos en que estuve solo pensé en muchas cosas. Llegué a creer que las llamadas eran falsas y para estar seguro me paré para ir al baño con la intención de saber si ella realmente estaba hablando por teléfono. Cuando pasé a su lado me detuve por unos segundos y comprobé que efectivamente estaba comunicada con alguien. Nunca supe de quién se trataba".
Los minutos transcurrieron y el trago se encargó de completar el trabajo que ella había iniciado con sus insinuaciones. "Salimos del bar. Nos subimos al carro, y como yo no conozco bien a Cali le pregunté dónde quedaba el motel más cercano y ella me indicó el camino " relató el coronel. A la una de la madrugada la pareja ya estaba instalada en uno de los apartamentos del motel Campo Amor. "Entramos a la habitación -agregó- y nos sentamos a conversar en una mesa frente a la cama. Al bíper de ella volvieron a entrar dos mensajes. Cuando leyó el primero, exclamó: 'Este tipo por qué me busca a esta hora'. Tomó el teléfono de la habitación e hizo una llamada Luego entró el segundo mensaje y ella me dijo que se trataba del mismo tipo. Se sentó en la cama y me llamó para que estuviera junto a ella ".
En opinión del coronel Velásquez, las llamadas pudieron ser una treta destinada a que él se metiera entre las sábanas para poder iniciar la filmación con una cámara empotrada en el techo de la habitación del motel. Si fué una treta, la verdad es que funcionó. Y mientras el coronel y Mery permanecían en la cama, la filmadora hizo su labor, hasta las tres de la madrugada cuando abandonaron Campo Amor.


EL CHANTAJE
Doce días después -el sábado 14 de mayo -a las tres de la tarde, un capitán retirado del Ejército visitó al coronel Velásquez en su oficina del Bloque de Búsqueda. El ex oficial le contó al coronel que al salir de un almacén de su propiedad, varios hombres lo abordaron y lo obligaron a subir a un vehículo. Le vendaron los oios y comenzaron a dar vueltas por la ciudad. Durante el recorrido, le dijeron que tenía que llevarle un paquete al coronel Velásquez. El capitán le aclaró al coronel que él había exigido revisar el contenido del paquete antes de entregárselo al alto oficial, porque temía que se tratara de un explosivo.
Cuando terminó de contar su historia, el ex oficial le entregó el paquete sellado al coronel Velásquez. Este lo abrió de inmediato y cuando descubrió su contenido se quedó mudo: "Lo primero que vi fue una foto en la que aparezco con Mery de la Vega en el bar Tangos y Rancheras, abrazados y dándonos un beso. En total eran 12 fotos, un video que vi después y una carta que resumía, en pocas palabras, el chantaje", relató. El coronel no salía de su asombro. Mientras tanto el ex capitán del Ejército le preguntaba una y otra vez: "Bueno, mi coronel, ¿qué les digo a los hombres?". Velásquez respondió de modo cortante: "¿Qué les va a decir? Digales que recibí el paquete". El ex oficial abandonó las instalaciones del Bloque de Búsqueda y el coronel se dirigió rápidamente a su habitación en la Brigada para ver el contenido del videocasete. Ante sus ojos rodaron las imágenes de lo que había sucedido en la noche del 2 de mayo en el motel Campo Amor. Parado frente al televisor comprendió que el cartel, "moviendo una 'Dama', había hecho una jugada maestra que lo tenía al borde del 'Jaque Mate"'.
Salió de la habitación rumbo a su oficina y mientras caminaba, sintió que el mundo se le había venido encima y que los hombres a quienes estaba combatiendo desde hacía cuatro meses, le habían ganado la partida. Comprendió de pronto que la encerrona sólo tenía una salida: había que tomar el toro por los cuernos. De regreso en su despacho, se comunicó telefónicamente con los generales Hernán Jose Guzmán, comandante del Ejército, y Camilo Zúñiga Chaparro, subcomandante. A ellos les dijo: "Es factible que a ustedes les hagan llegar un paquete orientado a desprestigiar a la institución. Cuando vaya a Bogotá el próximo miércoles explicaré los detalles. Pero quiero dejarles en claro que un coronel del Ejército no se va a poner en manos de la mafia".
El miércoles 18 de mayo, el coronel salió rumbo al aeropuerto con el fin de cumplir la cita con sus superiores en Bogotá. Pero en el camino, debió dar media vuelta pues recibió una información de último momento que lo obligó a ponerse al frente de un vasto operativo contra el cartel, tras el cual fueron allanadas unas oficinas de José Santacruz Londoño, donde funcionaba un centro de cómputo al servicio del cartel. La información encontrada está compuesta de archivos, disquetes y computadores que en sus discos duros contienen información que la semana pasada seguia siendo analizada por el grupo de inteligencia del Ejército. Esta operación ha sido considerada como uno de los golpes más duros al cartel.
La acción retrasó el viaje del coronel a Bogotá, pero le permitió llegar a la capital al día siguiente con algo más que las fotos tomadas en el bar Tangos y Rancheras y el video filmado en el motel Campo Amor y traerle a sus superiores algunos de los más interesantes elementos incautados en las oficinas de Santacruz. La reunión del coronel Velásquez con los generales Guzmán y Zúñiga en el Comando Superior del Ministerio de Defensa se prolongó durante tres horas. A lo largo de éstas, Velásquez relató a los generales toda la historia de Mery de la Vega y al terminar, repitió otra vez las últimas palabras de la conversación telefónica que había sostenido la víspera con ellos: "Un coronel del Ejército no puede estar en manos de la mafia".
Con los ojos humedecidos, el coronel Velásquez -le contó a SEMANA cómo los generales Guzmán y Zúñiga y el propio ministro de Defensa, Rafael Pardo, decidieron respaldarlo: "Ese mismo día los generales me comunicaron que me daban su voto de confianza y que el ministro Pardo estaba de acuerdo. Pero el mejor homenaje que he recibido como militar fue el martes pasado cuando estalló el escándalo en la prensa y se conoció toda esta historia. El ex ministro Pardo me llamó por teléfono y me dijo: 'Coronel, yo no sé si usted fue enterado de mi decisión de respaldarlo y hoy me doy cuenta de que no fue una decisión equivocada". La misma decisión tomó el actual ministro de Defensa, Fernando Botero, cuando conoció en detalles la historia del coronel Velásquez y su informante.

DE PUERTAS HACIA ADENTRO
A pesar del éxito de su gestión, el coronel sólo había resuelto uno de los dos graves problemas que afrontaba: el de salvar su carrera militar. Pero por delante le quedaba el reto de evitar que su matrimonio se fuera a pique. ¿Cómo contarle a su esposa el affaire, sin que la revelación implicara perderla a ella y a su pequeña hija? Durante varios días le dio vueltas al asunto. En medio de la confusión se acordó de que a finales del año pasado había visto la película de Sydney Pollack, The Firm, conocida en Colombia como La Fachada. La cinta narra la historia de un joven abogado -interpretado por Tom Cruise- que ingresa a un pequeño pero acaudalado bufete en Memphis, Tennessee. A los pocos días de trabajo realiza un viaje de negocios a las Bahamas. Allí, una noche en la playa se encuentra con una hermosa mujer solitaria con quien entabla de inmediato una relación sexual. Hacen el amor y no se vuelven a ver en su vida. A medida que se desarrolla la trama, el joven abogado descubre que la próspera empresa donde trabaja sirve de fachada para el lavado de dólares. Cuando sus socios se dan cuenta de que el los piensa delatar, tratan de chantajearlo con una serie de fotografías que registran su relación sexual de las Bahamas.
El coronel, en medio de su angustia, creyó ver una luz al final del túnel. Fue a una videotienda y alquiló la película. Regresó a su casa e invitó a su esposa a ver el filme. Cuando terminó, el coronel Velásquez le preguntó a su señora: "¿Mi amor, tú qué piensas de la película ? " Ella le contestó que le parecía una historia muy dramática. El coronel guardó silencio por unos segundos y solto su secreto: " Mí amor, ese mismo drama lo estoy viviendo yo ahora". Le contó entonces en detalle lo que le había ocurrido. Las fotos que le tomaron, el video que le filmaron y el chantaje que habían intentado hacerle. Que esa historia ya la conocían el Ministro de Defensa y el alto mando militar, y que él estaba seguro que muy pronto a ella la iban a llamar para martirizarla con la historia. Vinieron días muy difíciles en los cuales, por momentos, Velásquez creyó que su matrimonio había terminado. Pero al final, como en la historia de la película, el dolor y la indignación dieron paso a la comprensión. Cuando el escándalo estalló la semana pasada, el coronel ya estaba vacunado contra el complot: su mujer lo sabía todo y como Hillary Clinton en plena campaña de su esposo a la presidencia de los Estados Unidos en 1992, estaba decidida a perdonar.

EL CARTEL EN LA MIRA
Con el perdón de su mujer y con el respaldo de la cúpula militar, el coronel Velásquez regresó a Cali para continuar al frente del Bloque. Entre junio y julio asestó duros golpes al cartel. En esta oportunidad, el Bloque decidió meterle mano a la seguridad privada de los Rodríguez y sus socios. Descubrieron, por ejemplo, la compañía de seguridad privada Hércules, desde donde se manejaban los pagos de nóminas no sólo del personal al servicio del cartel sino de personajes públicos que prestaban sus servicios a la organización.
Otro golpe que dio el Bloque fue en el lujoso barrio residencial Ciudad Jardín, donde allanaron la casa número 19, en la que operaba una oficina privada de Miguel Rodríguez y su ex esposa, Amparo Arbeláez. Allí se encontraron documentos que contienen el registro de pagos a políticos y a altos funcionarios. Esta documentación está hoy en manos de la Fiscalía General de la Nación, que adelanta una investigación para determinar si los nombres que allí aparecen tienen algo que ver con el cartel.
Pero quizá el golpe más duro asestado a esa organización tiene que ver con el hallazgo de documentos que contienen una extensalista de oficiales de la Policía y el Ejército, presuntamente al servicio de los narcotraficantes del Valle del Cauca. Este material incautado ha servido de base para la investigación oficial que adelanta la Policía Nacional (ver siguiente artículo).
Mientras concluyen estas investigaciones, la novela del coronel Velásquez y su informante no ha terminado de escribirse. Al finalizar la semana, Mery de la Vega dio a conocer una carta a la opinión pública en la que anuncia que demandará por injuria y calumnia al oficial, porque, según ella, él sólo ha contado medias verdades. Por su parte el coronel dice tener toda la documentación necesaria para probar su relato. Por lo pronto, parece ser que el mismo éxito que tuvo en mantener la confianza de sus superiores y recobrar la de su esposa, lo está teniendo con la opinión pública, que tiende a creerle a un hombre que pudo haberse ahorrado muchos problemas entregándose al cartel, y prefirió en cambio enfrentarlo cualquiera que fuera el costo.


EXITOS Y GALARDONES
EL CORONEL Carlos Alfonso Velásquez inició su carrera militar en enero de 1967, cuando ingresó a la Escuela Militar de Cadetes. Durante 27 años de servicios, esta ha sido su brillante hoja de vida.
Diciembre de 1970. Ocupó el primer lugar en su promoción como subteniente. Posteriormente, en el curso de ascenso para capitán, otra vez llegó al primer puesto.
Su siguiente ascenso fue a mayor y en esa oportunidad fué el segundo mejor oficial de su promoción. Una vez más ocupó el primer puesto, cuando realizó el curso de Estado Mayor en la Escuela de Guerra. No sólo fue uno de los mejores alumnos que ha tenido la escuela militar sino que a lo largo de su carrera ha recibido varias condecoraciones. Entre ellas cabe destacar las órdenes al Mérito Militar José Antonio Nariño y José María Córdova. Recibió la condecoración por servicios distinguidos en Orden Público por operaciones realizadas contra la guerrilla en 1992 en Gutiérrez (Cundinamarca) y tres veces la distinción Francisco José de Caldas por sus virtudes de honor y lealtad militar. El arma en la que se especializó es la artillería. Antes de ser nombrado comandante del Bloque de Búsqueda fue jefe del B-3 de la Escuela Militar y en 1992 se le nombró comandante de la Escuela de Artillería. También fue asignado como comandante del Batallón La Popa en Valledupar, donde estuvo siete meses.


Helmer Herrera

REVISTA SEMANA
Fecha: 09/11/1995 -693


EL GOLPE FINAL CONTRA la primera línea del cartel de Cali lo constituye la captura de Helmer Herrera, el último de los presuntos cabecillas de esta organización que todavía se encuentra en libertad. Para dar con su paradero el Bloque de Búsqueda intensificó sus operaciones y al finalizar la semana pasada las autoridades estaban muy cerca de sus pasos. Pero no sólo se intensificaron los operativos, sino que también el gobierno decidió aumentar la recompensa -de 500 a 1.000 millones de pesos- por información que conduzca a la captura de 'Pacho' Herrera.
Herrera es sobreviviente de un violento ataque por parte del cartel de Medellín en septiembre de 1990, cuando un grupo armado llegó a la finca Los Cocos localizada en Candelaria, Valle del Cauca, donde se disputaba un partido de fútbol y fueron masacradas 18 personas. De acuerdo con las autoridades el ataque fue ordenado por Pablo Escobar, que siempre lo consideró su archienemigo. Los problemas entre los dos comenzaron desde la bomba del edificio Mónaco en Medellín en enero de 1988. Escobar siempre señaló a Herrera como el autor intelectual de ese atentado. Más que la destrucción del edificio, el odio del entonces jefe del cartel de Medellín por 'Pacho' Herrera se debió a que la onda explosiva por poco deja sorda a su pequeña hija, Manuela.
Desde esa época Escobar juró que lo mataría y fueron muchos los intentos que hizo para cumplir su palabra. Además de la masacre en la finca del municipio de Candelaria, en otra oportunidad el jefe del cartel de Medellín secuestró a cinco espías del cartel de Cali que habían penetrado su organización. Se dice que en ese entonces Gilberto Rodríguez medió para que no los fuera a asesinar. Escobar le hizo saber que a cambio de respetar las vidas de los retenidos, el cartel de Cali le entregara a 'Pacho' Herrera. La historia de este episodio terminó con el asesinato de los cinco hombres porque Rodríguez se negó a aceptar la propuesta de Escobar.
Otro episodio que se recuerda de ese enfrentamiento a muerte fue el hallazgo que hicieron las autoridades en la cárcel de la Catedral cuando Escobar escapó de ella. En esa oportunidad fue encontrado un álbum con 200 fotografías de miembros de la organización de Cali. Entre ellas se descubrió un paquete especial que contenía 16 fotos de 'Pacho' Herrera. Todas ellas retocadas para convertir a Herrera en el hombre de las mil caras. En unas fotos aparece con cara redonda, gafas de carey y lentes gruesos. En otras, con bigote semipoblado y pelo muy corto. En unas más, con patillas, boca pequeña y ojos grandes. Y así sucesivamente se le transformó como a un camaleón.

¿QUIEN ES?
Aunque las autoridades consideraban a Herrera como uno de los hombres más poderosos del cartel de Cali, era muy poco lo que sabían de él. La DEA, en ese entonces, destinó a dos de sus hombres para que realizara un detallado trabajo de inteligencia sobre la vida del misterioso personaje. En las fichas de la Interpol la información era mínima. En ese historial se decía que Herrera hacía parte de la cúpula del cartel de Cali y que en 1985 tuvo un problema con las autoridades colombianas en Cartagena por violación del entonces estatuto de estupefacientes.
De otro lado, las autoridades colombianas -Dijin y DAS- señalaban que una de las mayores fuentes de ingresos de Herrera era una compañía que se encargaba del lavado de dólares que prestaba sus servicios a sus socios del norte del Valle. Ese negocio, según las autoridades, lo había convertido en uno de los hombres más ricos del cartel de Cali. Al igual que la información de las agencias internacionales, las colombianas no aportaban mucho sobre su historial.
Sólo en febrero de 1994 su nombre se hizo más familiar para la opinión pública. El ex fiscal Gustavo de Greiff le expidió un 'salvoconducto' en que afirmaba que Herrera no tenía antecedentes de investigaciones judiciales en su contra. La firma de esta controvertida constancia, amparada en el marco de las normas del Código de Procedimiento Penal y en especial de su artículo 369E, originó un escándalo (ver SEMANA #615).

MAS PISTAS
Para tener un perfil más completo sobre 'Pacho' Herrera, se necesitó que el Bloque de Búsqueda comenzara en firme la persecución de los cabecillas del cartel de Cali. En los últimos seis meses un grupo conformado por hombres de inteligencia del Bloque y de los organismos de seguridad se dieron a la tarea de armar el rompecabezas sobre el hombre de las 'mil caras'. En uno de los últimos allanamientos realizados en Cali fue descubierto un álbum fotográfico de los Rodríguez y allí se encontraron varias fotos de Herrera.
De acuerdo con el perfil elaborado por el Bloque, 'Pacho' Herrera es un hombre corpulento, de 1,70 metros de estatura y tez trigueña. Usa anteojos y en algunas ocasiones, según los informes, lentes de contacto azules. Además de 'Pacho', se le conoce con varios alias, entre ellos 'La Niña', el 'Lavacarros', y el 'Muelón'. La ficha del Bloque señala que nació el 24 de agosto de 1951 en Palmira, Valle.
De su vida familiar, las autoridades señalan que Herrera tiene seis hijos. Y en cuanto a su vida social afirman que frecuenta pequeños grupos de jóvenes entre los 18 y 22 años, quienes por lo general siempre están a su lado. En cuanto a sus negocios, las autoridades dicen que es socio de 'Chepe' Santacruz y esporádicamente trabaja con algunos miembros del llamado cartel del norte del Valle. En cuanto a su fisonomía, los informes señalan que usa el cabello ondulado, bastante canoso, tiene barba y sin bigote. Es aficionado a los caballos de paso y a la ganadería. Para sus desplazamientos utiliza vehículos costosos y la mayoría de sus propiedades son suntuosas. Con esta información los integrantes del Bloque de Búsqueda están tras las huellas del último hombre libre de los cabecillas del cartel de Cali. Su captura significará el fin de la organización más poderosa del mundo en el negocio del narcotráfico. De acuerdo con informes de la DEA y la CIA, este cartel que dirigían los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez, 'Chepe' Santacruz" y 'Pacho' Herrera, maneja el 80 por ciento de la distribución de droga en Estados Unidos. Igualmente lideraba los mercados de Europa y Japón. Esa organización fue prácticamente desmantelada en tan solo tres meses por la Policía Nacional. Por eso la captura de Herrera se ha convertido en la prioridad número uno del Bloque porque una vez caiga en manos de las autoridades, 'Pacho' Herrera se convertirá en el símbolo del final del cartel de Cali.-
LOS SARRIA SOMOS ASI
NO TODO ESTA CLARO después del comunicado que el presidente Samper emitió para explicar el contenido de la grabación entregada a SEMANA por un oficial que perteneció al servicio de inteligencia de la Armada.
La semana pasada la mayor parte de los medios de comunicación de Colombia y algunos informativos extranjeros se dieron a la tarea de profundizar en el alcance y consecuencias del diálogo sostenido entre Elizabeth Montoya de Sarria y el hoy presidente Ernesto Samper Pizano.
Tras la publicación del contenido del casete, que generó un gran alboroto, el jefe del Estado decidió enfrentar el asunto y por ello emitió un comunicado en el que aseguró que nunca recibió el anillo de diamantes que la muj er le ofreció telefónicamente. Agregó que por la época en que fue interceptada la llamada los Sarria no eran investigados ni nacional ni internacionalmente. También dijo que no se produjo la reunión -coordinada, según la grabación, por Elizabeth Montoya- con unos supuestos representantes de la Philip Morris y el Interbank, provenientes de Brasil.
Conocida la explicación de la Casa de Nariño, algunos medios obtuvieron datos que han generado inquietudes en la opinión, especialmente en el caso de la señora Elizabeth Montoya -esposa del suboficial retirado de la Policía Jesús Amado Sarria Agredo-. El viernes pasado la cadena RCN informó que "Elizabeth Montoya de Sarria o Elizabeth Leyva Sarria fue arrestada en Los Angeles el 4 de abril de 1986 bajo el cargo de posesión de drogas para la venta. Fue instruida de los cargos bajo el registro número 11351 F". La misma cadena radial dijo que la mujer recobró la libertad después de pagar una fianza de 100.000 dólares.
De otro lado, la empresa Philip Morris, productora del cigarrillo Marlboro, dijo que de ninguna manera ha hecho contribuciones a las campañas políticas en Colombia. Lo mismo dijo desde Brasil el director del Interbank Distribuidora de Títulos y Valores. Una fuente de entero crédito dijo que se trataría de una entidad crediticia que tiene su sede en el Caribe.
También ha producido comentarios en la opinión pública la posible asistencia de Jesús Sarria a la posesión del presidente Samper el 7 de agosto del año pasado. Y tal asistencia pareció haber quedado demostrada la semana pasada cuando los periódicos El Tiempo y La Prensa de Bogotá divulgaron fotografías en las que aparece un hombre a quien identifican como Sarria, quien según la Fiscalía está siendo investigado por narcotráfico y lavado de dinero. La presencia de Sarria en el Palacio de Nariño no ha sido desmentida por el palacio presidencial.

VUELVE Y JUEGA
LA FUGA DE SANTACRUZ PONDE DE NUEVO EN RIDICULO A COLOMBIA, DETERIORA AUN MAS LAS RELACIONES CON ESTADOS UNIDOS Y DESPIERTA TEMORES SOBRE EL RETORNO DEL NARCOTERRORISMO.

REVISTA SEMANA

Fecha: 02/12/1996 -715




"USTEDES COMPRENDEN QUE SI UNO DE esos hombres se llega a volar, salgo yo y también "salen todos ustedes". Esta frase, pronunciada por el presidente Ernesto Samper en el marco de una minicumbre de alta seguridad celebrada en la Casa de Nariño el martes 11 de julio del año pasado, reflejaba la preocupación del primer mandatario con la probabilidad que existia de una posible fuga de cualquiera de los capos del cartel de Cali.
La incertidumbre de Samper se basaba en una serie de informes de inteligencia que había presentado por esos días el director nacional del Inpec, coronel Norberto Peláez Restrepo, en 1os cuales se consideraba seriamente la posibilidad de que uno de los capos de Cali, capturados hasta ese momento, se fugara de las cárceles La Picota y La Modelo de Bogotá y la penitenciaría de Palmira. Exactamente seis meses después de esa reunión la validez de los temores del gobierno quedó plenamente confirmada con la fuga de La Picota, el pasado jueves, de José Santacruz Londoño, tercer hombre en la es tructura de mando del cartel de Cali. La historia de la escapada es, como suele suceder en estos casos, la de una comedia de equivocaciones explicables casi en su totalidad por cuenta de la corrupción. A las 9:30 de la mañana del jueves llegaron a las instalaciones de la cárcel un fiscal sin rostro, un delegado del Ministerio Público, un escribiente y el conductor del campero Mitsubishi de color rojo en el que se movilizaban los funcionarios judiciales, quienes ingresaron al penal para cumplir con una diligencia que había sido solicitada según fuentes consultadas por SEMANA por Guillermo Villa Alzate, uno de los abogados de Santacruz Londoño.
La diligencia de indagatoria se prolong6 hasta las 11:25 de la mañana, hora en que los funcionarios abandonaron la cárcel. En los hechos que se dieron a partir de ese momento se centran ahora las investigaciones, pues lo único absolutamente claro es que pasadas las tres de la tarde, cuando las autoridades del penal trataron de ubicar a Santacruz, no Io encontraron en las instalaciones de La Picota, cuyo pabellón de máxima seguridad era considerado como uno de los mejores del país.

A LA COLOMBIANA
Según los testimonios rendidos por los miembros de la guardia penitenciaria de La Picota, una vez que Santa cruz terminó su diligencia judicial fue trasladado a su celda, demarcada con el número 38 y ubicada en el pasillo B del pabellón de máxima seguridad de la cárcel. El guardián de apellido Rodríguez, quien tenía a su cargo la vigilancia y traslado del recluso, señaló a los investigadores que cuando el capo del cartel de Cali abandonó el cubículo donde se cumplía la diligencia judicial con los fiscales, manifestó que el interrogatorio había sido suspendido y que se reanudaría en las horas de la tarde. Con esta frase todo parece indicar que Santacruz Londoño puso en marcha el plan de fuga. De acuerdo con el relato de otro guardián, a la 1:50 de la tarde un campero Trooper azul oscuro de placas terminadas en 091, arribó a La Picota y en la primera puerta de acceso los ocupantes del vehículo manifestaron que venían a cumplir con la segunda parte de la indagatoria de Santacruz. El funcionario del Inpec se comunicó con el comandante de guardia del pabellón de alta seguridad, dragoneante Ricardo Meza Loaiza, quien autorizó el ingreso de los supuestos funcionarios. Cuando entraron al parqueadero asignado a los fiscales sin rostro, uno de los visitantes se presentó como José Humberto Moreno y se identificó con la cédula de ciudadanía número 10.588.463 de Popayán. Presentó además a los guardianes un carné que supuestamente lo acreditaba como secretario del despacho judicial de la Fiscalía y señaló que en el interior del vehículo venía una comisión de fiscales sin rostro que iba a continuar con la indagatoria del recluso Santacruz.
Al autorizar el paso de los funcionarios con la sola presentación de ese carné, la guardia fue negligente en el cumplimiento de sus funciones. De acuerdo con informaciones de altos funcionarios del Inpec y del Ministerio de Justicia. En vez que los fiscales tuvieran que ingresar a la cárcel era necesario cumplir con una serie de requisitos: el primero, que la persona autorizada para dar la cara ante la guardia era únicamente el secretario de la Fiscalía; el segundo, que ese funcionario tenía que entregar un santo y seña documentado que había sido previamente acordado entre la direcci6n regional de fiscalías, la dirección del Inpec y la dirección de la cárcel, y el tercero, que uno de los guardianes tenía que elaborar un reporte escrito en el que constara la hora de ingreso, las características del vehículo y el número de la placa. Ninguna de estas medidas se cumplió y al supuesto vehículo de la Fiscalía se le abrieron las puertas de La Picota. No está claro si esto se debe a que, como suele suceder en Colombia con la rutinización de estos procedimientos, éstos habían caído en desuso de tiempo atrás o si se violaron de manera más bien excepcional el jueves pasado. Otro elemento inexplicable es que, según el relato de los guardianes, quien les dijo a ellos que la diligencia continuaría en la tarde fue el propio Santacruz, algo absolutamente irregular pues esa notificación debía provenir de la Fiscalía o de la dirección del penal, pero nunca del recluso.
Cuando los supuestos funcionarios judiciales estaban listos para iniciar la ampliación de la indagatoria, el propio comandante del pabellón, el dragoneante Meza Loaiza, salió en busca de Santacruz lo condujo hasta el cubículo. Cuando llegaron, el recluso tomó el micrófono que permitía comunicarse con los fiscales que estaban al otro lado del vidrio negro y les manifestó: "Mi abogado se demora unos minutos en llegar a la diligencia. No se preocupen que él ya viene para acá en un taxi".
Meza dejó entonces solo a Santacruz en el cubículo, el falso secretario de la Fiscalía cerró la puerta de éste y el guardian se quedó afuera en espera de que terminara la supuesta diligencia. "No tiene ninguna presentación dijo a SEMANA una fuente del Ministerio de Justicia que el guardián haya dejado solo a Santacruz sin que hubiera llegado su abogado, pues había una orden expresa de devolver el recluso a su celda hasta tanto no estuviera presente su apoderado".
Escasos 10 minutos después de haber llegado los supuestos funcionarios de la Fiscalía, el Trooper abandonó las instalaciones del penal. La salida del carro no despertó sospecha alguna en el resto del personal de la guardia, pues se había vuelto costumbre que los conductores de la Fiscalía salieran del penal en busca de cigarrillos y gaseosas sin el cumplimiento de requisito alguno de seguridad por parte de la guardia penitenciaria. La salida del campero quedó registrada en la minuta de la guardia a las 2 en punto de la tarde del jueves pasado, apenas 10 minutos después de la llegada de la supuesta comisión de la fiscales.
El abogado de Santacruz nunca apareció y el tiempo comenzó a correr. Una hora y 40 minutos después de la salida del campero, el dragoneante Justiniano Herrera, que cumplía guardia en la puerta principal del pabellón de alta seguridad, informó al comandante del pabellón que algo raro estaba pasando, pues la diligencia judicial continuaba a puerta cerrada con los fiscales y sin el abogado y el campero que había salido supuestamente en busca de gaseosas y cigarrillos no había regresado.
Diez minutos después tres guardianes se acercaron al cubículo y decidieron golpear a la puerta. No hubo respuesta a pesar de que los golpes fueron cresciendo. Unos segundos después los guardias echaron abajo la puerta y descubrieron que ni Santacruz ni los fiscales estaban en el cubículo. Uno de los vidrios negros que separaba al recluso de los funcionarios judiciales había sido desmontado, pero por el hueco que quedaba no era fácil que pasara una persona del tamaño de Santacruz. Fueron a buscarlo a su celda creyendo, según dijeron, que había habido algún error y la diligencia ya había terminado un rato antes, pero no lo encontraron. Tras una hora de intensa búsqueda por todo el penal y ya con todas las alarmas al máximo, las autoridades de La Picota llegaron a la conclusión de que el hombre más importante del cartel después de los hermanos Rodríguez Orejuela se había fugado.

AHI VIENE EL LOBO
Como toda fuga que se respete en este país, la de Santacruz estaba de alguna manera cantada desde hacía por lo menos seis meses, cuando el coronel Peláez presentó su informe en la minicumbre de alta seguridad en la Casa de Nariño. En dicho documento el oficial hacía una especie de radiografía en la que aparecían las debilidades y las fortalezas de cada uno de los centros carcelarios de máxima seguridad del país.
Una de las cárceles que salió peor librada de aquel informe fue La Picota. El funcionario alertó sobre el hecho de que sólo contaba con un anillo de seguridad exterior, el cual corría por cuenta de la Policía Nacional. También llamó la atención sobre el retiro en esos días de las unidades del Ejército que prestaban vigilancia en el exterior del penal. Las advertencias del coronel fueron escuchadas y solucionadas, pero a la colombiana. Un alto funcionario del gobierno que ha tenido que ver con todo este proceso dijo a SEMANA que "muchas veces uno pide 10 cosas y terminan dándole la mitad ".
Pero como Ios rumores de fuga continuaban con insistencia, cuando el gobierno decretó la conmoción interior a mediados del año pasado cuenta la necesidad de tomar medidas para endurecer la pena para los delitos de fuga y favorecimiento de fuga. Este último pasaba en las nuevas normas de escasos dos años a entre 10 y 20. Las normas estipulaban además que todo detenido que se escapara perdería los beneficios adquiridos o por adquirir en el marco del sometimiento a la justicia. Adicionalmente, el gobierno estableció que la fuga se convirtiera en delito desde el mismo momento en que ocurriera y no a las 72 horas como lo establecía el Código Penal.
Sin embargo, con la caída de la conmoción a mediados de octubre, las medidas quedaron sin piso. El gobierno trató de revivirlas en el Congreso, pero allí fue claro que algunos congresistas que una fuente del gobierno definió como sabotearon el avance del proyecto. Sin herramientas eficaces para poder hacerle frente a la corrupción carcelaria y al poder de los narcotrafico cantes detenidos en las cárceles de máxima seguridad, el director del Inpec, coronel Peláez, decidió entonces incrementar una serie de medidas para depurar el personal de vigilancia. En poco menos de seis meses destituyó a 547 funcionarios.
En la mente de Peláez, la posibilidad de una fuga estaba siempre presente. Y lo advertía con tanta frecuencia al alto gobierno por medio de unos documentos que bautizó 'Apreciación de situación', que según dijo a SEMANA un funcionario del Ministerio de Justicia, "en la Casa de Nariño veían a Peláez como una especie de 'loquito anuncia-fugas".
Lo cierto es que, como en el relato del pastorcito mentiroso, las alertas del director de prisiones se fueron desgastando, "entre otras cosas agregó la fuente por la convicc¿ón que habia en Palacio de que el sometimiento de la cúpula del cartel era sincero y respond¿a a un cálculo de sus integrantes en el sentido de que podrian obtener buenas rebajas, sobre todo si hab¿a un cambio en la cabeza de la Fiscalia en marzo o si la justicia sin rostro se ven¿a abajo en el Congreso". El problema es que este cálculo se desbarató cuando el Consejo de Estado determinó que Alfonso Valdivieso debía continuar en su cargo hasta 1998 y cuando los 'micos' contra la justicia sin rostro se ahogaron en las cámaras legis lativas. La última esperanza de un cambio en la j usticia sin rostro había surgido con las declaraciones en diciembre del nuevo ministro de Justicia, Carlos Medellín, pero se fueron esfumando a medida que el nuevo miembro del gabinete aclaró el alcance de sus afirmaciones.
Los organismos de seguridad fueron conscientes de que estos hechos podían haber desalentado las esperanzas de los capos, y por ello por lo menos dos documentos de inteligencia llegaron a manos del alto gobierno a principios de este año con las advertencias sobre nuevos peligros de fuga. Sin embargo, curiosamente las sospechas no se centraban en Santacruz sino en Miguel Rodríguez Orejuela y en Víctor Patiño, cálculo que resultó errado como se confirmó el jueves, algo en cierto modo previsible por varias razones: la primera, que Santacruz nunca se sometió sino que fue capturado; la segunda, que aparte de los procesos por narcotráfico se le venía encima un juicio por homicidio con fines terroristas por el caso de Roldán Betancur, y la tercera, que en ese caso acababan de aparecer dos testigos claves cuyo testimonio prácticamente garantizaba su condena.

JUICIO DE RESPONSABILIDADES
A los pocos minutos de ocurrida la fuga y cuando ya se iniciaba el juicio de responsabilidades, fuentes gubernamentales trataron en conversa ciones con periodistas de apuntar la mira hacia la Fiscalía. Se regó así el rumor de que el secretario de la Fiscalía que había atendido la diligencia de la mañana estaba desaparecido y que el carro de la fuga efectivamente pertenecía a esta institución.
Todo esto se fue desmoronando con el paso de las horas. El secretario nunca desapareció y de hecho fue uno de los primeros en dar su versión: había salido del penal en la mañana, al término de la diligencia, y nunca había regresado a La Picota. Por otra parte, el campero azul de la fuga, calificado inicialmente como 'gemelo' del de la Fiscalía que habfa ingresado en la mañana, resultó muy diferente al Mitsubishi rojo que habia llevado a los fiscales para la diligencia de la mañana.
La responsabilidad necesariamente recaía en la guardia de prisiones, en lo que se refiere a la parte operativa, y en el gobierno, como es lógico que suceda, en lo que tiene que ver con la llamada responsabilidad política. Así lo entendió el director de prisiones, coronel Peláez, quien presentó su renuncia y fue reemplazado el propio viernes, en algo que, aunque comprensible dada la categoría del fugitivo, no deja de ser injusto con un hombre que no hizo más que advertirle al alto gobierno que una fuga como esta se podía presentar. "Es cierto que él advirtió y que no todo lo que pidió se le pudo dar, pero en todo caso la responsabilidad de que no se fugara ninguno de estos hombres era de él", anotó un funcionario del gabinete.
En cuanto al grado de responsabilidad que pudiera tener la Fiscalía, relacionado especialmente con los procedimientos de ingreso de los fiscales sin rostro al penal a los cuales se refirió el viernes en tono crítico el ministro de Justicia Carlos Medellín, lo cierto es que esos procedimientos y las garantías para evitar lesionar la seguridad de la cárcel habían sido acordados entre el gobierno y la Fiscalía desde hace meses. Lo que sucedió el jueves es que se hizo evidente que muchos de esos procedimientos estaban siendo violados y que los encargados de hacerlos cumplir, es decir los guardianes de prisiones, estaban actuando de modo negligente, sea por rutinización, por corrupción o por una mezcla de ambas, todo ello a pesar de la información que le llegaba al gobierno de manera cada vez más frecuente de que se estaba planeando una fuga.

EL DAÑO
De cualquier manera y como es obvio, el gobierno y el país recibieron la noticia de la fuga de Santacruz como se recibe la de un verdadero desastre. Y esto se debe no tanto a que la salida de este hombre de La Picota signifique que lo ganado el año pasado se perdió pues de hecho 1os Rodríguez y otros tres capos del cartel siguen tras las rejas, sino a las dimensiones de 'oso' internacional que tiene lo sucedido.
El gobierno de Samper no es para nada el primero que tiene que enfrentarse a ese 'oso' a su antecesor se le volaron Pablo Escobar y otros siete capos en una sola noche, pero el problema es que su situación de imagen internacional, en especial en Estados Unidos, y debido sobre todo a las denuncias por la financiación con plata del cartel de la campaña presidencial, lo coloca en una posición mucho más débil que la de sus antecesores para enfrentar el debate que se viene. Un debate que, a juzgar por la dureza de las declaraciones de las autoridades norteamericanas, promete agriar aún más las relaciones entre Bogotá y Washington. En efecto, dichas declaraciones iban desde el "estamos atónitos" del subsecretario de Estado para narcóticos Robert Gelbard, hasta la venenosa alusión a la extradición del jefe de la DEA en Miami James Milford, según la cual "si los colombianos no pueden lidiar con los jefes del cartel, que nos los manden aquí ".
El peligro inminente para el país es el tema de la certificación, que debe definirse en marzo. Aunque el presidente Samper diga que eso "no me preocupa, pues se trata de una decisión interna de los Estados Unidos ", lo cierto es que esa decisión más allá de lo muy antipático que resulta ese proceso tiene efectos externos muy graves, en especial para Colombia, pues el país queda expuesto a severas sanciones comerciales que podrían perjudicar de modo sensible la economía doméstica. En un principio se creyó que la fuga de Santacruz no influiría en la certificación, pues este proceso evalúa lo sucedido en Colombia en la lucha antidrogas hasta noviembre pasado. Pero el comunicado del viernes de la embajada dejó en claro que ese hecho es apenas un detalle: "Aunque esta fuga no sucedió en 1995, la captura sí, y no se puede evitar que esto tenga cierto efecto sobre el proceso de la certificación...". Como quien dive, que el país debe prepararse para que un asunto que ya estaba bastante enredado, se enrede mas.

¿ACASO EL NARCOTERRORISMO?
LA gran pregunta que se hacen las autoridades es cuales son los planes de Santuz ahora que está en la calle.
LA FUGA de José Santacruz Londoño el jueves de La Picota tiene para los organismos de seguridad varias lecturas posibles. Pero ninguna inquieta más a éstos y a la Policia Nacional que la perspectiva de que pueda marcar el regreso del narcoterrorismo, fenómeno ausente del escenario de la lucha antidrogas desde hace más de dos años, cuando el gobierno de Cesar Gaviria dio de baja a Pablo Escobar.
Pero, ¿por qué creen las autoridades que la fuga de Santacruz pueda significar que se abre ese aterrador panorama? El análisis parte en buena medida de la personalidad y el prontuario de Santacruz. A diferencia de los otros cinco cabecillas del cartel, este hombre carga sobre sus espaldas acusaciones relacionadas con varios homicidios. Santacruz es el único de este grupo en cuyo prontuario aparece la palabra carrobomba: en efecto, el fugitivo fue llamado a juicio el año pasado sindicado de asesinato con fines terroristas, en el caso del gobernador de Antioquia Antonio Roldán Betancur, muerto al estallar un vehiculo cargado de explosivos al paso de su convoy en una calle de Medellín él 4 de julio de 1989. En el mismo proceso Santacruz enfrenta cargos por la muerte en el hecho de otras tres personas y por los destrozos en bienes ajenos causados por la explosión.
Pero las acusaciones en su contra por asesinato no se limitan a Colombia. Santacruz es sindicado por la Fiscalia de Estados Unidos por el crimen del periodista cubano-norteamericano Manuel de Dios Unanue, asi como por las muertes de un agente portuario y de un traficante en Miami. Este siniestro récord llevó al diario The Washington Post a dedicarle una serie de articulos hace mas o menos un año, en la cual lo describen como una de las figuras más sanguinarias del cartel de Cali.
El propio director de la Policia, general Rosso José Serrano, habló de estos temores con franqueza el viernes a los periodistas. Para él, un hombre como éste no se fuga sin tener muy claro qué va a hacer en la calle. Otras fuentes de los organismos de seguridad explican que, además de que Santacruz está ahora en la calle, podria tomar contacto con Helmer Herrera Buitrago, más conocido como Pacho Herrera, quien habia anunciado para los próximos días su entrega a la justicia, proceso que según su abogado se frustró por ahora debido a que la fuga de Santacruz crea nuevas circunstancias. "Herrera dijo a SEMANA una alta fuente gubernamental que asistió al Consejo de Seguridad del jueves es el otro hombre del cartel de quíen, según algunos informes de inteligencia, se puede esperar cualquier cosa en materia criminal, y por eso: hemos analizado que si en la calle Santacruz y él fraguan una alianza, esa podría marcar el advenimientos de días muy dificiles en materia de terrorismo".
Aunque esta: última suposición de las aútoridades puede ser exagerada ya que no es facil entender que un hombre que ha expresado su intencion de someterse a la justicia de la noche a la mañana decida iniciar una guerra, lo cierto es que la posibilidad de que se junten Santacruz y Herrera desvela a muchos en el gobierno. "De hecho agregó la fuente gubernametal si Herrera se entrega es posible que las condiciones: de su reclusión, como es obvio que va a empezar con quienes ya estan tras las rejas, se hagan especialmente rigidas, pues a toda costa queremos evitar que a Santacruz se le sume otro de estos peligroso hombre".

LOS SECRETOS DE PALLOMARI

Las revelaciones del contador de Miguel Rodríguez, quien se entregó a la DEA, tienen temblando a muchos.
Qué fue lo que dijo?

REVISTA SEMANA
Fecha: 10/23/1995 -699




EL PASADO 28 DE AGOSTO, DOS FISCALES que hacen parte de la comisión que tiene en sus manos el proceso 8.000, tomaron un avión rumbo a Estados Unidos. La primera escala fue Miami, donde funcionarios del Departamento de Justicia estadounidense, que tenían la misión de ayudarles en todas sus tareas, les dieron la bienvenida.
Los investigadores sin rostro iban a cumplir con dos importantes diligencias. La primera tenía por objeto revisar el indictment clasificado secretamente con el nombre de Tarpont Spring, relacionado con una investigación por presunto tráfico de estupefacientes, en el que aparecen involucrados José Santacruz Londoño, Helmer Herrera, alias Pacho Herrera, y los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela. La otra diligencia tenía que ver directamente con el proceso 8.000. Los fiscales habían concertado citas con altos funcionarios de la agencia de control de drogas de Estados Unidos, la famosa DEA, con el fin de conocer en detalle los movimientos de dinero registrados en tres cuentas en entidades bancarias de Nueva York y en las que habría sido depositado dinero para la campaña del entonces candidato Ernesto Samper.
La primera parte de la tarea se cumplió en Tampa, Florida, en menos de cuatro días. La segunda diligencia los obligaba a desplazarse a Nueva York. Los dos funcionarios les informaron a sus anfitriones que habían concluido las labores en Tampa y que estaban listos para viajar a la ciudad de los rascacielos. Los hombres del Departamento de Justicia les respondieron que antes de partir hacia Nueva York, había una diligencia que no estaba en la agenda del viaje, pero que bien podría convertirse en la más trascendental de todas. Los agentes norteamericanos les dijeron a sus colegas colombianos que solicitaran autorización para quedar bajo la responsabilidad de las autoridades de Estados Unidos. A pesar del hermetismo que caracterizó la conversación, en Bogotá entendieron que podía tratarse de algo importante y les dieron vía libre.
Sin sospechar siquiera de qué podía tratarse, pero conscientes de que estaban detrás de algo grande, los dos investigadores cumplieron al pie de la letra las instrucciones que les fueron impartidas. En medio de estrictas medidas de seguridad, al final del día fueron llevados a una base militar no muy lejos del área urbana de Tampa, donde pasaron la noche. Al día siguiente, muy temprano, los agentes federales los acompañaron a una oficina ubicada en la misma base, donde esperaron durante más de media hora. Finalmente apareció ante ellos un personaje custodiado por varios hombres vestidos de civil.

EL HOMBRE DE LA PLATA
La sorpresa fue grande. Frente a ellos estaba Guillermo Alejandro Pallomari González, un chileno residente en Colombia desde hace muchos años, más conocido con el alias de Reagan. Este hombre, señalado por las autoridades colombianas como el jefe administrativo y principal contador de Miguel Rodríguez Orejuela, era para los dos fiscales un personaje familiar. Una declaración rendida por él a mediados de 1994 a la Fiscalía Regional en Cali, y que permaneció engavetada durante varios meses, se transformó luego en la punta del ovillo que los investigadores comenzaron a desenrollar y que se convirtió luego en el ya famoso proceso 8.000, por cuenta del cual hay media docena de personas detenidas.
Pallomari había sido capturado por el Bloque de Búsqueda el 8 de julio de 1994 y en declaración juramentada ante una fiscal regional de Cali, había confesado la misma noche de su detención que trabajaba para Miguel Rodríguez y que le había manejado por mucho tiempo su contabilidad. Esa noche Pallomari en sus revelaciones relató a la Fiscalía Regional la forma como, en los meses que acababan de pasar, él había aportado por orden de Rodríguez millonarias sumas de dinero del cartel a la campaña liberal para el Congreso y la Presidencia de la República. En un hecho que resulta a todas luces inexplicable, Pallomari fue dejado en libertad 24 horas después de su detención, por decisión de la Fiscalía Regional, que en ese entonces estaba al mando del fiscal Felipe López (ver siguiente artículo).
Ahara, los dos fiscales sin rostro lo tenían ante sus ojos. Los agentes estadounidenses les explicaron que Pallomari había pedido protección de la DEA, unos días después de la captura de Miguel Rodríguez en Cali. Que se había entregado en Colombia donde se entrevistó con varios agentes de la DEA a quienes les informó que estaba dispuesto a contar todo lo que sabía sobre las operaciones del cartel de Cali y la financiación de la campaña liberal. A cambio de convertirse en testigo, Pallomari esperaba que las autoridades norteamericanas le brindaran a él y a su familia amparo y protección.
La respuesta de los agentes secretos fue que antes de concederle el beneficio del programa de protección de testigos, debía comprobar que lo que iba a decir era verificable. Agregaron que tendría que sustentar sus afirmaciones con el mayor número posible de documentos. Según lo dicho por los funcionarios norteamericanos a los dos fiscales colombianos, Pallomari demostró en muy pocos días que era capaz de cumplir con esas exigencias.

LO QUE CONTO
Después de esta detallada presentación de los antecedentes del encuentro, los dos funcionarios colombianos y Pallomari tomaron asiento y dialogaron durante una hora. La Fiscalía General de la Nación ha mantenido en absoluta reserva el contenido de esta conversación, calificada por fuentes norteamericanas y colombianas como informal desde el punto de vista jurídico. Sin embargo, SEMANA ha podido establecer con fuentes en Miami, Washington y Bogotá, el alcance de las revelaciones que Guillermo Pallomari ya le hizo a las autoridades norteamericanas y estaría dispuesto a hacer a las colombianas, en caso de que, tal y como está previsto en los próximos días, este importantísimo testigo declare formalmente ante los fiscales sin rostro en una diligencia que se realizará en territorio norteamericano.
De acuerdo con lo que ha logrado establecer SEMANA, en principio el testimonio de Pallomari es más importante por lo que confirmó que por lo que reveló. Su peso es más probatorio que escandaloso y probablemente entusiasmará más a los fiscales que a la opinión pública.
El siguiente es un resumen de los principales puntos narrados por Pallomari:
- Según este hombre, el cartel de Cali aportó más de 5.000 millones de pesos a la campaña liberal. La suma habría sido reunida con base en contribuciones no sólo de los cabecillas del cartel, sino de sus socios en diferentes regiones del país.
- Afirma Pallomari que los aportes fueron recaudados en efectivo y en giros y cheques, pero que en un momento dado fue necesario convertir toda esa suma en dinero en efectivo. Este habría sido empacado en cajas de cartón, envuelto en papel de regalo rojo y enviado a Bogotá en vuelos privados.
- También habría dicho que las dos personas que tuvieron a su cargo la responsabilidad del traslado de esos dineros de Cali a Bogotá habrían sido Eduardo Mestre y Alberto Giraldo, actualmente detenidos en la cárcel La Modelo de la capital del país.
- Pallomari también habría confirmado las afirmaciones de Santiago Medina en el sentido de que, una vez recibido en Bogotá, el dinero habría sido llevado a la residencia del tesorero de la campaña. Según el testigo, el conteo y distribución de esos recursos habría sido supervisado por personas de entera confianza del cartel.
- Pallomari habría dicho también que parte de los dineros aportados a la campaña estaban representados en cheques de gerencia, que él mismo habría adquirido en sucursales bancarias de la ciudad de Cali.
- Pallomari habría señalado que buena parte de los dirigentes regionales del liberalismo, que apoyaban la candidatura de Ernesto Samper, habrían ido personalmente a Cali a reunirse con los hermanos Rodríguez Orejuela para recibir dinero destinado a sufragar gastos de la campaña presidencial en sus departamentos.
- El testigo también habría afirmado que él fue la persona encargada de obtener y manejar los recursos que fueron luego consignados para la campaña liberal en cuentas bancarias de la ciudad de Nueva York. Una fuente del gobierno federal en Washington aseguró a SEMANA que "de todo esto, Pallomari entregó muchos documentos, entre ellos los comprobantes que demuestran las consignaciones en las cuentas de los bancos de Nueva York".


LA HORA DE LA VERDAD
De todo lo anterior se desprende que Pallomari, más que revelar cosas nuevas, lo que podría ofrecer a la Fiscalía colombiana en caso de brindar esta semana su declaración jurada, sería una completa y detallada confirmación de los detalles relatados en sus indagatorias por Santiago Medina. "Lo que sí es evidente es que Pallomari parece estar en posesión de documentos que demuestran buena parte de las afirmaciones en las que él y Medina dan la impresión de coincidir", explicó un funcionario judicial colombiano, quien dijo que de ser verdad lo anticipado por Pallomari a las autoridades norteamericanas, este hombre podría ayudar a llenar muchos vacíos documentales que hay aún en el proceso 8.000. "Al fin y al cabo -agregó la fuente- estaríamos ante una situación extraordinaria desde el punto de vista testimonEal y probatorio: los dos tesoreros, el que habría pagado y el que habría recibido, contando la misma historia".

NEW YORK, NEW YORK
La sorpresa de los fiscales colombianos no terminó con la entrevista informal que sostuvieron con Guillermo Pallomari. El viaje que tenían programado a Nueva York en busca de pistas que les permitieran establecer qué tan real era la versión sobre las consignaciones de plata de la campaña liberal en cuentas bancarias en esa ciudad, resultó innecesario.
Cuando terminó la entrevista con Pallomari, los fiscales sin rostro fueron informados por los funcionarios estadounidenses de que allí, en esa base militar de Tampa, ya se encontraban, debidamente obtenidos y diligenciados, los documentos relacionadas con las cuentas de Nueva York.
Durante varias horas se reunieron a puerta cerrada para analizar la documentación que les fue suministrada, pues al fin y al cabo las cuentas fueron congeladas por la DEA en febrero de este año y esa intervención sirvió para hacer un completo barrido de todos los movimientos de dinero que fueron realizados por medio de esos bancos y que podrían tener relación con la campaña liberal. Los fiscales tomaron atenta nota de los documentos, los relacionaron en sus agendas personales y acordaron que en los próximos días, tras el lleno de las formalidades del caso, serían enviados a Bogotá en un vuelo especial.
"Lo más interesante del viaje de los fiscales a Tampa fue el altísimo grado de colaboración demostrado por los funcionarios norteamericanos, algo que nos hace prever que no habrá problemas para obtener la declaración jurada de Pallomari y que en pocos días tendremos toda su información en nuestras manos", dijo a SEMANA un funcionario judicial colombiano.
Sin embargo, aunque todo lo anterior suena bastante emocionante desde el punto de vista de quienes vienen siguiendo la trama del 8.000, lo cierto es que si el testimonio de Pallomari se limita a ser una comprobación -incluso si es muy bien documentada- de lo que hasta ahora se ha venido revelando su impacto ante la opinión pública será bastante moderado.
Con todo, jurídicamente el peso de su testimonio es enorme. Al fin y al cabo la confesión de Santiago Medina no había tenido hasta el momento quién lo confirmara pues los demás protagonistas de sus acusaciones niegan los hechos. Los que habrían girado la plata, los Rodríguez, no lo reconocen. Los que la habrían transportado, Mestre y Giraldo, tampoco. Los que la habrían recibido, Samper y Botero, menos. Todos desmentían a Medina, a pesar de la documentación que entregó. Ahora finalmente apareció alguien que dijera lo mismo que Medina, pero con muchos más documentos.

A LA MONITA LA MATO JOSE SANTACRUZ

A la Monita la mató José Santacruz'
Fecha: 11/03/1997 -805
El martes de la semana pasada diversos medios de comunicación informaron que Orlando Sánchez Cristancho, sindicado por la Fiscalía General de la Nación como uno de los presuntos autores intelectuales del asesinato de Elizabeth Montoya y señalado por Miguel RodríguezOrejuela como 'El Hombre del Overol', se había entregado en México a agentes de la DEA.Esta información pareció quedar confirmada cuando el propio director de la Policía, general Rosso José Serrano, dijo que tenía información que indicaba que Sánchez Cristancho se habría entregado a las autoridades estadounidenses.Los periodistas de SEMANA lograron localizar a Orlando Sánchez en Estados Unidos para efectuar una entrevista que se llevó a cabo en una ciudad norteamericana. En la conversación Sánchez habló de las causas que, según él, motivaron el asesinato de la 'Monita retrechera', de sus posibles asesinos y de su relación con los hermanos Rodríguez Orejuela. Esta es su historia:
Semana: El año pasado se conoció un casete que contenía una conversación telefónica entre Miguel Rodríguez y Pacho Herrera. En ella Rodríguez estaba descompuesto por el atentado que había sufrido su hijo William y hablaba de un hombre al que identificó como el Overol, al que calificó igual o peor que Pablo Escobar. Días después Miguel Rodríguez le respondió un cuestionario a SEMANA y al preguntársele sobre la identidad del Overol señaló que se trataba de Orlando Sánchez. ¿Es usted el Overol?
Orlando Sanchez: Yo no soy el Hombre del Overol.
Semana: ¿Por qué razón Miguel Rodríguez decide señalarlo a usted públicamente?
O.S.: El señor Miguel Rodríguez, como lo dijo en una oportunidad Santiago Medina, es un mentiroso.
Semana: ¿Es decir que Miguel Rodríguez mintió en las respuestas que le dio al cuestionario de SEMANA?
O.S.: Es tanto el miedo que Miguel Rodríguez siente por el Hombre del Overol que tuvo que culpar a otra persona para manejar el problema en que estaba.
Semana: ¿Dónde usted se encontraba en el momento del atentado a William Rodríguez Abadía?
O.S.: Yo llevaba seis meses viviendo en una ciudad de Estados Unidos. Tengo pruebas para demostrarlo. Y ustedes saben que en Estados Unidos no es como Colombia, donde se pueden falsificar los sellos de inmigración.
Semana: ¿Bajo qué identidad vive usted en Estados Unidos?
O.S.: Bajo la única que tengo: la de Orlando Sánchez. Semana: ¿Cómo conoció a los hermanos Rodríguez Orejuela?
Semana : Como conició a los hermanos Rodriguez Orejuela?
O.S.: Desde hace muchos años. Fui cercano a Gilberto Rodríguez a raíz de una relación extramarital que tuve con una mujer de Cali que me vinculó con él. A raíz de esta relación tuve una hija y él es su padrino.
Semana: ¿Pero por qué terminaron señalándolo como el Hombre del Overol?
O.S.: Ellos creían que yo era un hombre muy fácil de manejar. Que podían hacer conmigo lo que quisieran. Además ya tenía la orden de captura por lo de Elizabeth Montoya y era muy fácil implicarme en otro homicidio.
Semana: ¿Por qué terminó mal la relación con los Rodríguez?
O.S.: Esto es un lío de faldas. La mujer con la que tuve mi hija terminó enredándose con Gilberto Rodríguez.
Semana: ¿Eso cuándo ocurrió?
O.S.: Después de la muerte de Elizabeth Montoya cuando me echaron la culpa de su asesinato. Me trataron de asesinar y tuve que abandonar el país.
Semana: Entonces, ¿quién es el Hombre del Overol?
O.S.: Eso tienen que preguntárselo al señor Miguel Rodríguez. El se lo inventó y espero que tenga la suficiente hombría y valor para revelar su verdadera identidad.
Semana: En Colombia acaba de entregarse un hombre llamado Orlando Henao, a quien las autoridades norteamericanas catalogan como el nuevo jefe de la organización del narcotráfico en Cali y además lo señalan como el 'Hombre del Overol'. ¿Es él?
O.S.: Yo sí creo en las agencias internacionales, especialmente las de Estados Unidos, y si ellos lo están diciendo es por algo.
Semana: Hace dos semanas en Colombia circula el rumor de que por ser usted uno de los principales sospechosos del crimen de Elizabeth Montoya y además conocido como 'El Hombre del Overol', huyó del país para entregarse a la DEA en México ¿Eso es verdad? O.S.: Es falso. No he estado en México en este tiempo y no me he entregado a la DEA porque no tengo porqué hacerlo. No soy el criminal que han querido crear. No temo nada, no debo nada y no tengo porqué buscar a nadie.
Semana: ¿Cuándo huyó usted del país?
O.S.: Salí de Colombia a finales de febrero de 1996, poco después de la muerte de doña Elizabeth Montoya.
Semana: ¿Llegó a Estados Unidos legalmente?
O.S.: Salí por el aeropuerto Eldorado.
Semana: ¿Tiene cómo demostrar que su ingreso a Estados Unidos fue con pasaporte y visa obtenidos legalmente?
O.S.: Sí, tengo una dirección oficial en un sitio de Estados Unidos en este momento.
Semana: ¿Por qué razón huyó tras la muerte de la señora de Sarria?
O.S.: Porque descubrí un plan para asesinarme, en el que estaban involucrados un grupo de narcotraficantes, por ser muy cercano a Elizabeth Montoya.
Semana: ¿Cuál fue la relación que tuvo con ella?
O.S.: Fue una relación comercial relacionada con caballos. Era el hobby que nos unía. Fue una buena amistad, basada en el asesoramiento que yo le daba. Yo le vendía y le compraba caballos. Fue una persona muy especial conmigo, que me creía, me tenía mucha confianza y me comentaba muchas cosas.
Semana: ¿En qué época conoció a Elizabeth?
O.S.: Hace muchos años.
Semana: ¿Antes de la muerte de Elizabeth de Sarria usted realizó con ella algún negocio en el que estaba de por medio mucho dinero?
O.S.: Sí, ella me dio unos 70 caballos de paso para que yo se los vendiera. Me dio dos años para pagarlos. Así lo expliqué en una carta que envié a la Fiscalía en septiembre del 96. Antes de su muerte le aboné la mitad del negocio, unos 1.000 millones de pesos. Después le devolví el saldo en caballos al señor Jesús Amado Sarria y de eso existe un paz y salvo (ver facsímil). Está claro el negocio en el sentido de que en ningún momento le debía o le debo plata a Elizabeth de Sarria.
Semana:¿Por qué razón terminó involucrado en ese asesinato?
O.S.: Bueno, estamos frente a otro elefante. Me involucraron por ser cercano a ella. Están juzgando a la gente cercana a Elizabeth Montoya. La señora Ana Ross y su esposo Hassan, son gente cercana a ella pero no tienen nada que ver con ese crimen. Esto tiene un fondo muy grande y unos intereses creados. La realidad es solo una.
Semana: ¿Y según usted cuál es esa realidad?
O.S.: La realidad es que a Elizabeth Montoya la mató José Santacruz, quien le dio la orden a uno de sus hombres de confianza, José Alcides Loaiza, alias 'El Cejo'.
Semana: ¿Cómo lo sabe?
O.S.: Ellos habían tenido un choque en 1993, cuando, según me contó ella, Santacruz ordenó un operativo para secuestrarla, pero fracasó.
Semana: ¿Qué pruebas tiene usted para demostrar que no tiene nada que ver en el asesinato? Porque usted tiene orden de captura desde abril del año pasado por ese caso.
O.S.: No soy ningún asesino. No tenía motivos para matarla.
Semana: ¿Usted estaría dispuesto a regresar a Colombia para aclarar la muerte de Elizabeth Montoya?
O.S.: No, en ningún momento. Yo no tengo garantías para mi vida ni para un proceso justo donde salga la verdad. Yo no creo en la justicia colombiana. Prefiero entregarme a cualquier país del mundo, incluyendo a Estados Unidos por supuesto.
Semana: ¿Usted tiene cómo demostrar que Chepe Santacruz participó directamente en el asesinato?
O.S.: Sí. Yo tengo pruebas documentales que en su momento aportaré para demostrar que los autores fueron José Santacruz y ese señor Loaiza.
Semana: Pese a que usted obtiene un paz y salvo de Sarria sobre la deuda de los caballos, pocos meses después del crimen dictan orden de captura en su contra como autor intelectual. Y uno de los principales acusadores es el propio Sarria. ¿Cómo explica esto?
O.S.: Porque Jesús Sarria se dejó influenciar y malinformar y él me acusa a mí. Pero él en el fondo sabe que no tengo nada que ver. El me acusó con el fin de presionarme para que yo diga cosas que él cree que yo puedo saber y que me comentó la señora Elizabeth. A él fueron algunas personas a venderle información para que desviaran todo. Para el señor Sarria era mucho más fácil pelear contra Orlando Sánchez que contra el gobierno. Entonces era más fácil acusarme a mí.
Semana: ¿Dónde estaba y qué sintió cuando mataron a Elizabeth Montoya?
O.S.: Estaba en Bogotá, en la oficina de unos abogados que no quiero mencionar ahora. Fue algo horrible porque la verdad nos unía una gran amistad, en la que había mucho cariño. Ella era como una segunda mamá para mí.
Semana: ¿Cuándo fue la última vez que usted la vio?
O.S.: La vi personalmente unos dos meses y medio antes de su muerte. Fui a visitarla a su casa y a llevarle un dinero que requería porque se había hecho unas operaciones de estética. Pero cuando no nos veíamos ella me contaba todo por teléfono. Así me enteré de su situación.
Semana: La investigación de los organismos de seguridad indica que usted contrató a Guillermo Pérez Monsalve, una de las personas de mayor confianza de los Sarria, para ejecutar el crimen. Además, coincidencialmente él y usted están en Estados Unidos y llegaron poco después del asesinato. ¿No son demasiadas coincidencias?
O.S.: Yo conocí a ese señor porque trabajaba con los Sarria. Yo no lo contraté para nada ni acostumbro a contratar a nadie para esas cosas.
Semana:¿Y en el caso suyo si en algún momento las autoridades norteamericanas lo señalan como narcotraficante usted va a responder por eso?
O.S.: Si Orlando Sánchez cometió alguna vez un delito va a responder por él. Pero únicamente en Estados Unidos.
Semana: ¿Usted qué tipo de negocios tuvo con los Rodríguez?
O.S.: A los señores Rodríguez les prestaba servicios en mi empresa, que era un tecnicentro y una venta de carros. Mi hermana tenía una empresa de seguridad y les prestaba el servicio de celadores. Esa empresa las autoridades la han allanado 100 veces este año y no han encontrado nada. Los Rodríguez ni siquera cancelaron las cuentas de ese servicio de vigilancia.

LA ULTIMA ENTREGA
SEMANA revela por qué se entregó Helmer Herrera y qué papel jugó en ello el gobierno de Estados Unidos.
Fecha: 10/07/1996 -749
En una banca, de una vieja iglesia de pueblo, quedó sellada la suerte de la cúpula del cartel de Cali. Durante año y medio el Bloque de Búsqueda desplegó una persecución sin cuartel que terminó el domingo pasado al medio día cuando el último de los cabecillas de esa organización decidió entregarse. Helmer Herrera, más conocido como el hombre de los mil rostros, puso punto final a una década de clandestinidad y de mano del cura de la parroquia de Yumbo, Valle, se presentó ante el propio director de la Policía, general Rosso José Serrano. Herrera fue conocido en el mundo de las organizaciones de la droga como el más enconado enemigo de Pablo Escobar. De acuerdo con las autoridades, 'Pacho' Herrera fue quien en 1988 ordenó dinamitar el edificio Mónaco donde habitaba el jefe del cartel de Medellín con su familia. Ese día Escobar no sólo le declaró la guerra a Herrera sino a la cúpula del cartel de Cali en cabeza de los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela. Y esa guerra se tradujo en una cadena de atentados y masacres.El primer objetivo fueron las sedes de Drogas La Rebaja, uno de los negocios más prósperos de los Rodríguez. El segundo fue la masacre de Candelaria, Valle, perpetrada en 1990. Escobar planeó ese asalto en el que incluyó mercenarios extranjeros. Los sicarios ingresaron a una finca de propiedad de Helmer Herrera y asesinaron a 18 personas que se encontraban disputando un partido de fútbol. Nadie sabe a ciencia cierta cómo se salvó el dueño de casa. Y la última gran batalla que libraron fue a mediados de 1992 cuando el cartel de Cali decidió integrar 'Los Pepes' para acabar con Escobar. Según los informes de inteligencia, Helmer Herrera y José Santacruz Londoño estuvieron al frente de ese grupo que colaboró estrechamente con el Bloque de Búsqueda. Pero el nombre de Herrera no sólo estuvo ligado con la guerra de carteles. En enero de 1994 protagonizó un gran escándalo cuando la opinión pública se enteró que él personalmente había visitado al entonces fiscal general de la Nación, Gustavo de Greiff, para solicitarle que se le investigara y se le definiera su situación jurídica con el argumento de que no existía proceso alguno en su contra. Amparado en el artículo 369E del Código de Procedimiento Penal, Herrera le pidió a De Greiff un certificado de buena conducta. El exfiscal se lo concedió después de verificar los antecedentes de Herrera. El hecho desató una fuerte polémica por el procedimiento empleado por De Greiff, pues Los organismos de seguridad manifestaron en su momento que nunca habían sido consultados. A pesar del salvocolducto, las autoridades encontraron que Helmer Herrera sí tenía cuentas pendientes con las autoridades. En marzo de 1995 la propia Fiscalía le dictó auto de detención por enriquecimiento ilícito y narcotráfico. Seis meses después se abrió una nueva investigación para determinar su participación en el brazo armado del cartel de Cali. El nombre de Herrera también aparece relacionado con el asesinato del periodista cubano Juan de Dios Unanue, ocurrido en Nueva York el 11 de marzo de 1992. En abril de 1995 cuatro juzgados municipales expidieron en su contra una orden de arresto por hurto y narcotráfico. Después de la captura de los hermanos Rodríguez Orejuela y José Santacruz Londoño, el único miembro del cartel de Cali que estaba libre era Helmer Herrera. Entonces la prioridad del Bloque de Búsqueda era su captura. El gobierno aumentó la recompensa a 1.500 millones de pesos para quien diera información sobre su paradero. Durante el año que duró su persecución, las autoridades nunca lograron descifrar su identidad. Los retratos hablados se multiplicaron hasta convertirlo en el hombre de los mil rostros. Pero no solo su fisonomía fue un enigma para los integrantes del Bloque de Búsqueda. Herrera parecía un lobo solitario. Los organismos de inteligencia establecieron que durante el tiempo que Herrera permaneció en la clandestinidad, cortó su comunicación con sus antiguos socios y amigos. Tampoco aceptó reunirse con José Santacruz cuando éste se fugó de La Picota aduciendo que era muy peligroso un encuentro, pues el acoso de las autoridades era muy grande. Esa independencia con los cabecillas del cartel quedó de manifiesto en el momento en que tomó la decisión de entregarse a las autoridades. A través de los mensajes que hizo llegar a la dirección de la Policía dejó en claro que él respondía por sus actos y que no tenía sociedad alguna con las demás personas que estaban detenidas en La Picota. Minutos después de ponerse en manos de las autoridades Herrera señaló que "mi entrega había sido avalada por la DEA". En un principio la afirmación no causó mayor sorpresa porque no era desconocido que el Bloque de Búsqueda venía trabajando de tiempo atrás con agentes antidrogas de Estados Unidos. Pero sus declaraciones han sido interpretadas como un mensaje directo al gobierno norteamericano sobre su disposición a entregar valiosa información sobre rutas, producción y el mercado de la droga en Estados Unidos. Todo ello a cambio de una garantía de no ser extraditado en caso de que los tratados existentes sobre el tema se reactiven o el Congreso tome la decisión de aprobar la extradición. Sobre la propuesta no ha habido respuesta alguna, pero los Estados Unidos tienen en claro que una fuente de primera línea que conoce como la palma de su mano el negocio y que está dispuesta a entregar ese tipo de información no se puede desechar de la noche a la mañana.

LAS VERDADES DE HERRERA

Las impactantes revelaciones de la confesión de Pacho Herrera permiten apreciar el tamaño de los negocios del cartel de Cali desde comienzos de los 80.

Fecha: 11/11/1996 -754
Helmer Herrera Buitrago, el hombre de los mil rostros, se entregó a las autoridades el pasado primero de septiembre en la iglesia de Yumbo, Valle del Cauca. De inmediato fue recluido en la cárcel de máxima seguridad de Palmira. Desde entonces ha rendido indagatoria en tres ocasiones ante fiscales sin rostro enviados desde Bogotá. En sus primeras declaraciones Herrera ha revelado en detalle los mecanismos utilizados por el cartel de Cali para la exportación de cocaína y el traslado desde Estados Unidos a Colombia de cientos de millones de dólares como producto de ese ilícito negocio. SEMANA reproduce textualmente apartes de sus tres indagatorias. "Cuando llegué a Estados Unidos _aproximadamente en 1975_ comencé a trabajar en la empresa Nemac Corporation, en Nueva York. Era una empresa de mecánica de precisión donde se elaboraban piezas de aviones. En ese entonces el trabajo que se hacía era para los aviones de guerra de Estados Unidos. Como yo era mecánico industrial y logré sacar el Social Security, comencé a trabajar legalmente en Nemac. Era un trabajo dispendioso. Cada seis meses se elaboraban 100 piezas de precisión. Uno se podía demorar haciendo una sola pieza de éstas entre tres y cuatro meses. Cuando el trabajo estaba terminado iban oficiales del FBI y de la Aeronáutica Civil para revisar la calidad del trabajo. Me acuerdo que en ese entonces el salario era entre 60 y 70 centavos de dólar. Cuando yo entré a Nemac logré que me pagaran a siete dólares la hora. En esa empresa trabajé hasta 1979". (...). "Los dólares que traía de Estados Unidos eran del narcotráfico y también de algunos industriales, ya que por la situación cambiaria que había en ese tiempo no era posible que ellos los trajeran legalmente. Pero la mayoría de los dólares que yo traía eran de personas que trabajaban en actividades ilícitas". (...). "Nunca tuve en claridad a cuántas de esas personas les traía los dólares, porque uno en este negocio no puede preguntar ni pedir que le hagan aclaraciones". (...). "Creo que en esta actividad comencé hace 13 años. Entre 1983 y 1990 pude haber traído una cantidad cercana entre los 80 y 100 millones de dólares". (...). "En 1983, cuando yo me vine de Estados Unidos, en mi equipaje traje unos destapadores a los cuales les saqué por dentro todo el sistema de funcionamiento y los rellené con dólares. Si mal no recuerdo, le metí a cada destapador entre 30 y 35.000 dólares. Me acuerdo mucho que en esa oportunidad también traje unas ollas pitadoras, y a cada una de ellas le cabían entre 20 y 40.000 dólares. En ese primer viaje traje cerca de 200.000 dólares". (...). "Cuando llegué a la aduana me nació por primera vez la idea de montar este negocio de la traída de dólares. En esa oportunidad ni siquiera las tulas, donde venían esos electrodomésticos con la plata, me fueron tocadas y fue para mí una gran sorpresa, al igual que de felicidad, por la facilidad con que había entrado este dinero". (...). Crece el negocio "Ese mismo año Hugo Valencia, uno de mis socios, me pidió el favor de que le trajera 300.000 dólares. Yo utilicé una persona para traerlos. Lo hice en tres viajes, cada uno con 100.000 dólares utilizando el mismo método que había usado meses atrás. Cuando la cantidad de dólares se hizo más importante, con mi hermano Ramiro y otros dos socios hacíamos el trabajo. Primero conseguíamos personas que vivían en Estados Unidos y que querían visitar a sus familiares en Colombia. Después de contactarlas mirábamos el equipaje y los electrodomésticos que podrían traer al país. Así fue como en televisores, en ollas, en la ropa, en los bolsillos de los sacos, metíamos el dinero y arreglábamos a los aforadores de la aduana para que no molestaran por la cantidad de equipaje que se traía. Por mucho tiempo, yo personalmente iba al aeropuerto y recibía a esos pasajeros". (...). "Cuando los socios me enviaban entre dos y tres pasajeros el mismo día utilizábamos los vuelos de las aerolíneas Eastern, Air France, American o Avianca. Usualmente esos aviones salían de Nueva York hacia las ocho o nueve de la mañana. Hacían escala en Miami y llegaban a Cali entre las ocho y las 11 de la noche, y esas horas eran muy buenas para trabajar". (...). "En 1986 la cantidad de dólares para traer era enorme. Muchas veces se llegó a mandar el dinero desde Estados Unidos apenas envuelto entre la ropa. En algunas oportunidades la tula donde venían los dólares era descubierta. Y las personas encargadas del equipaje en Nueva York o en Miami se la robaban sin denunciar nada. Pero cuando la DEA y la aduana de Estados Unidos descubrieron este sistema las cosas se complicaron". (...).NUEVOS SISTEMAS"Entonces uno de los socios, no recuerdo bien si Pedrito o José, llevó una persona que manejaba muy bien el cuero y ella fabricó las maletas de doble fondo. Con ese sistema comenzamos a traer de nuevo la plata. Como se dice en el argot nuestro, camuflamos mejor los dólares para darle una protección más adecuada". (...). "Este no fue el único sistema que utilizamos. En algunas oportunidades comprábamos los cupos de colombianos que llevaban viviendo más de cinco años en Estados Unidos y a nombre de esas personas mandábamos menajes a Cali. En esos menajes venían neveras, muebles, comedores, camas, armarios, etcétera. Nosotros aprovechábamos el envío de esos enseres para camuflar los dólares y mandarlos a Cali". (...). "También utilizamos la importación de respuestos y de motores de segunda que los comprábamos en los desguazaderos o cementerios legales que existen en Estados Unidos. A esos motores les sacábamos algunas piezas, metíamos el dinero y luego sellábamos con soldadura los compartimientos para evitar sospechas. Otro método que utilizamos fueron las mangueras de alta presión y estufas de gas". (...). "Los sistemas cada vez eran más sofisticados, porque hacia los 90 las autoridades comenzaron a coger a la gente en los aeropuertos y muchas veces esos funcionarios se robaban la plata y soltaban a las personas, porque en ese momento la movilización de dólares no era un delito en Estados Unidos. En otras ocasiones las autoridades estadounidenses allanaron apartamentos, donde encontraron más de un millón de dólares. Pero inexplicablemente soltaban a la gente diciéndoles que no se preocuparan, que no iban a judicializar el caso, ni a denunciarlos ante la Corte para que los deportaran porque la mayoría de esas personas vivían ilegalmente en Estados Unidos. A cambio de ello los agentes federales se quedaban con los dólares". (...). "Mi negocio era traer dólares. A mí me entregaban en Estados Unidos dólares y yo entregaba dólares aquí en mi país. Es decir, no los convertía en pesos. Mi comisión por el trabajo sí me la pagaban en dólares. En un principio los mandaba a cambiar a San Andresito y en otras oportunidades al Banco de la República. Fue ahí cuando descubrí que era más rentable lo segundo, porque los pagaban mejor e incluso los pagaban en efectivo. Eso fue lo que llamaron después la 'ventanilla siniestra'. Por seguridad nunca cambié más de 100.000 dólares por día. Recuerdo que en algunas oportunidades cuando restringieron el cambio y sólo lo hacían hasta por 10.000 dólares en efectivo, entonces uno llegaba al banco y allí encontraba personas que desde muy temprano hacían fila para cambiar unos pocos dólares. Entonces nosotros les dábamos una buena cantidad de dólares a esas personas para que nos hicieran la diligencia y les pagábamos unos 10.000 pesos por ese trabajo". (...). "Por mi seguridad y la de mi familia me reservo los nombres de todas las personas a las que les ofrecí mi trabajo de traer dólares de Estados Unidos". (...). "¿Qué garantía ofrecía cuando yo me responsabilizaba en la traída de dólares? Muy sencillo. Al principio, en 1983, ese negocio era muy fácil de hacer. Era un negocio de confianza por la amistad que había con algunas de esas personas. Después, yo adquirí un capital muy caudaloso y cuando me pedían que trajera dinero respaldaba la transacción con mi plata. Nunca acepté recibir encargos por los que no pudiera responder, pues no quería estar en el pellejo de aquellas personas que habían tenido problemas y después nunca pudieron responder. El éxito mío fue garantizar la entrega del dinero que siempre me confiaron. Cuando me daban los dólares en Estados Unidos a lo máximo me demoraba 24 horas en entregarlos aquí en Colombia". (...). "Sobre el negocio del envío de cocaína quiero contar lo siguiente. Inicialmente, entre el 84 y el 86, a mí me apuntaban en los grandes envíos con una cuota que oscilaba entre los 10 y 30 kilos. En 1987 participé en unas dos ocasiones con 100 kilos y en ese mismo año me apuntaron un envío de 150 kilos. En el 89, don Chepe (José Santacruz) nos llevó en un negocio en el que participamos con 200 kilos. Para 1990 yo no quería intervenir más en el envío de cocaína, ni siquiera como apuntador. Pero don Chepe utilizó mucho la organización paralela para la distribución de mercancía tanto en Miami como en Nueva York. No sé exactamente cuánta cantidad se distribuyó". (...). "No sé exactamente cuánta plata recibí como ganancia de los envíos de droga. Sin embargo en algunos años, entre el 83 y el 90, sino estoy mal, recibí 2.200.000 pesos y 2.500.000 pesos por cada kilo. Creo que eso fue en el año 87. Eso fue como ganancia. A partir de 1989 la cifra aumentó por kilo y recibía entre 2.000 y 2.400 dólares"."EL APODO DE PACHO SE LO DEBO A PABLO ESCOBAR"
Cuando Pablo Escobar tenía esa guerra contra el Estado y le dio por secuestrar a todas las personas que él creía tenían dinero en efectivo, para poder subsanar sus gastos, entonces los señores Rodríguez, más propiamente don Gilberto, un día que asistió a una reunión por allá en 1988, me dijo: 'Para tu seguridad ya que Pablo te quiere secuestrar y va a interceptar muchos teléfonos o comunicaciones y además va a buscar la manera de llegarte por todos los medios con inteligencia, entonces desde hoy cuando nos llamés, ¿cómo querés que te llamemos?'. Yo le dije: 'Como ustedes quieran, a mí eso no me molesta'. Entonces me pusieron el apodo de Pacho". "La única intervención que tuve en la persecución de Pablo Escobar fue de simple colaboración con las autoridades que en ese entonces estaban detrás de Escobar. Nuestra colaboración fue muy efectiva. Y sólo fue de inteligencia. De informaciones que nosotros pagábamos para dar con el paradero de él y su gente". "En 1989 Escobar envió una maleta con 20 kilos de cocaína al exterior y le puso en el rótulo del envío mi nombre y el teléfono de donde yo residía en esa época. Esa misma semana envió otra maleta con 20 kilos de cocaína a Londres y también le colocó mi nombre en la tarjeta del equipaje. Escobar decía que de cualquier manera debía perjudicarme y por eso trató en varias ocasiones de hacerme montajes para judicializarme...". "Escobar buscaba que la Policía me persiguiera y que la Fiscalía me sacara una boleta de captura. El decía que de esta manera mandaba a oficiales de la Policía o de otras instituciones que trabajaban con él para que me detuvieran y me pudieran llevar hasta Medellín y allí cobrarme cinco millones de dólares que según Escobar yo tenía".

OTRA GUERRA
Rafael Angel Uribe dice que mató a Helmer Herrera porque lo había amenazado, pero muy pocos le creen.

Fecha: 12/07/1998 -862
A lo largo de su legendaria carrera como uno de los cuatro grandes capos del cartel de Cali, Helmer Herrera Buitrago fue el que siempre estuvo más seguro. Nunca apareció mencionado siquiera, públicamente, en las guerras que libró esa organización. Herrera era un hombre que consideraba la clandestinidad como la mejor herramienta para sobrevivir. Ese comportamiento fue notorio durante sus 20 años como delincuente. Nunca dio una entrevista. Jamás fue involucrado en el escándalo de la narcofinanciación de la campaña samperista en 1994 pese a que se dice que fue él quien aportó el mayor porcentaje de dinero. Tampoco apareció liderando la guerra contra Pablo Escobar, la que dejó en manos de los hermanos Rodríguez Orejuela. Y nunca hubo pruebas contundentes de que él fuera _como al parecer lo fue_ uno de los cerebros de los Pepes, la célebre organización que finalmente acabó con el cartel de Medellín. Tan bajo era su perfil que tomó mucho tiempo saber que él era el objetivo de un ataque ejecutado por el ala terrorista de Escobar en una cancha de fútbol en Candelaria, Valle, en la que murieron 17 personas. Era tanta su discreción que por años los servicios de inteligencia solo dispusieron de una vieja fotografía para buscarlo. Pero todo eso cambió en septiembre de 1996, cuando Herrera decidió finalmente salir a la luz pública y someterse a la justicia. A partir de ese momento, según cuentan numerosas personas que lo frecuentaban, 'Pacho' Herrera cambió su estilo de vida y se dedicó de lleno a su gran pasión: el fútbol. Así, se convirtió en jefe de deportes de la cárcel de Palmira, patrocinó varios campeonatos de fútbol, empezó a estudiar administración de empresas e inglés y se volvió un lector incansable. "Se convirtió en una especie de orientador, de filósofo; era una especie de oráculo de otros muchos capos de la droga", dijo el abogado de Herrera, el penalista Gustavo Salazar Pineda.Pero fue justamente ese cambio de vida el que a la larga terminó por facilitar la acción de Rafael Angel Uribe Serna, el sicario que el pasado jueves le quitó la vida cuando Herrera y su equipo, el de alta seguridad, jugaban un partido de fútbol en la cancha principal de la cárcel. En la práctica, y desde hacía muchos meses, el confeso narcotraficante violaba las normas penitenciarias al permanecer la mayor parte del día por fuera de las instalaciones del pabellón de alta seguridad del penal. Esto ocurría, al parecer, con la anuencia del cuerpo de guardianes, pues Herrera recibía la mayor parte de sus visitas _así como las de sus abogados_ en un quiosco localizado cerca de la cancha de fútbol, donde se expendían bebidas y comestibles. "Curiosamente Herrera, el que más se había cuidado antes de someterse, empezó a ser vulnerable", sostuvo un investigador. Y él lo sabía pues, según su abogado, en varias ocasiones le había manifestado su preocupación porque se sentía inseguro fuera de su celda.Las hipótesisOcurrida la muerte del capo, de inmediato las autoridades barajaron numerosas hipótesis para determinar de dónde pudo haber salido la orden de asesinar a uno de los principales jefes de la mafia colombiana. La primera posibilidad, según los investigadores, tiene que ver con una vieja pugna que Herrera habría sostenido con un hombre, conocido solo con el alias de 'JJ', al parecer miembro del cartel del norte del Valle, y quien habría convencido a Uribe de realizar el atentado. La segunda posibilidad está relacionada con otro presunto narcotraficante del norte de ese departamento, identificado como 'Varela', quien al parecer sobrevivió a un intento de asesinato ordenado por los jefes del cartel de Cali para castigar su intromisión en sus negocios. Según se sabe, 'Varela' intentó un acercamiento con Herrera pero no lo logró. Esta habría sido la causa del asesinato. Finalmente las autoridades saben que Herrera no era santo de devoción de algunos frentes guerrilleros que operan en ese departamento. De acuerdo con esa versión, hace seis años Herrera persiguió implacablemente a una columna subversiva que secuestró a un amigo suyo hasta que lo devolvieron sano y salvo y sin pagar rescate.Con todo, la clave de la investigación está en Uribe, el sicario de 32 años que asesinó al capo, quien fue transladado a Bogotá el viernes en la tarde. Hasta ahora lo único que se sabe de los posibles móviles del crimen es lo que el propio sicario dijo a las autoridades que lo interrogaron. De acuerdo con las primeras indagaciones el homicida laboraba desde hacía más de 10 años con Herrera y en los últimos meses se había convertido en su hombre de confianza. En efecto, Uribe entraba y salía de la cárcel sin restricción alguna y recorría las instalaciones del centro penitenciario con total libertad. El día del crimen Uribe ingresó al penal hacia las nueve de la mañana en evidente estado de embriaguez y de inmediato se dirigió a la cancha de fútbol, que está situada a escasos 20 metros de la entrada principal. Según las autoridades, Herrera _quien jugaba como defensa lateral izquierdo_ vio a Uribe y pidió que pararan el juego mientras dialogaba con él. En cuestión de segundos el sicario abrazó al capo y de debajo de su camiseta desenfundó la pistola calibre 9 milímetros con la que le propinó siete disparos en la cabeza.En desarrollo de los intensos interrogatorios a que fue sometido el sicario, éste dijo que había tomado la decisión de eliminar a su jefe porque había amenazado a su familia por no haber cumplido una orden. "El sostiene (el sicario) que Herrera le ordenó matar en Bogotá a Víctor Carranza, pero se dio cuenta de que era muy difícil y por ello desistió. Luego Herrera lo recriminó duramente y lo amenazó con matar a sus parientes más cercanos. Por eso él dice que tomó la decisión de matarlo", dijo a SEMANA una de las personas que participó en el interrogatorio. Aun cuando la versión de Uribe tiene cierta validez, las autoridades creen que se podría tratar de una hábil estratagema para reducir la investigación al acto solitario de un suicida y evitar la búsqueda de autores intelectuales. Al fin y al cabo él sabía que no podría salir con vida del sitio del atentado. Así, las hipótesis sobre el crimen de Herrera _un hombre que según algunas autoridades era quien mandaba en el cartel de Cali y manejaba el negocio desde la cárcel_ van a abundar mientras los investigadores no logren hallar una explicación sólida sobre los móviles y los autores del asesinato de uno de los hombres más influyentes en el mundo del narcotráfico en los últimos tiempos. Rafael Angel Uribe se había convertido en hombre de confianza del capo. Entraba y salía de la cárcel cuando quería y se movilizaba en sus instalaciones con entera libertad. Por eso no tuvo problemas para ingresar la pistola 9 milímetros.
SE ARMO LA GRANDE

La muerte en escasas dos semanas de dos grandes capos, uno del cartel de Cali y otro del cartel del norte del Valle, puede producir un baño de sangre.

Fecha: 12/14/1998 -863

A mediados de noviembre de 1997 tres sicarios asesinaron en Cali a 'Don Jorge', uno de los mejores amigos de Helmer 'Pacho' Herrera. Por aquellos días, en círculos de la mafia, trascendió que el crimen fue cometido por un hombre conocido como 'Varela' o 'Jabón', quien habría cobrado, a su estilo, una vieja deuda de plata. Enterado de lo sucedido, Herrera decidió vengar la cruel muerte de su amigo y por esa razón, en la Semana Santa de este año, ordenó dar muerte a 'Varela'. El atentado ocurrió cerca de Cerrito, Valle, pero éste sobrevivió pese a perder varios de sus escoltas. De esta manera fue declarada rota la paz entre Herrera, uno de los cuatro capos del cartel de Cali, y el cartel del norte del Valle. En fuentes que se enteraron de lo ocurrido por aquellos días, SEMANA conoció que hubo algunos intentos de acercamiento para calmar los ánimos, pero estos fracasaron. Tanto que Herrera y 'Varela' se mandaron a decir mutuamente que en esa guerra sólo uno de los dos saldría vivo. Así las cosas, las personas cercanas a Herrera se dieron cuenta de que algo malo podía pasar. Ello fue más evidente aún, en mayo y junio, cuando Herrera redujo al máximo las visitas de sus allegados. Al mismo tiempo, de manera casi imperceptible, él bajó aún más la guardia y empezó a permanecer la mayor parte del día por fuera de la celda asignada en el pabellón de alta seguridad de la cárcel de Palmira, donde estaba recluido desde septiembre de 1996, cuando se sometió a la justicia. Pero sus enemigos sí se dieron cuenta de que Herrera, quien fue el capo que más se cuidó cuando estaba en la clandestinidad, era un blanco fácil dentro de la cárcel. Debido a esto fue que Rafael Angel Uribe lo mató sin dificultad el pasado 5 de noviembre. Aun cuando no trascendió a los medios, se supo que tras la muerte de Herrera su familia envió un mensaje en el que dijo que no vengaría su muerte y que sólo quería la paz. Por esa razón los restos del cuarto hombre del cartel de Cali fueron sepultados secretamente por la familia en un cementerio local mientras, no lejos de allí, las autoridades habían montado unas exequias falsas con carro mortuorio, iglesia y ataúd incluidos. Pero otra cosa pensaban los enemigos de los Herrera. Pocas horas después de asistir al sepelio, cuando se desplazaban en su vehículo hacia Jamundí _donde funcionaba la mayor parte de la organización del capo_ fueron asesinados dos hombres encargados de manejar parte de las finanzas del confeso narcotraficante. Este hecho no fue conocido por la opinión pero las autoridades tenían claro que la muerte de Herrera podría ser el detonante de una nueva guerra entre carteles. Y no estaban equivocadas. Por eso se produjo el viernes pasado la muerte de Orlando Henao Montoya, uno de los jefes del cartel del norte del Valle, quien fue asesinado a tiros en la cárcel La Modelo de Bogotá por José Manuel Herrera, hermano del capo. Los hechos ocurrieron en el pabellón de alta seguridad cuando Herrera, quien es parapléjico y se moviliza en silla de ruedas, le propinó seis disparos con un revólver calibre 38 largo a Henao, quien murió inmediatamente. Tras la muerte violenta de Henao _quien se entregó a la Fiscalía el 29 de septiembre del año pasado_ los organismos de seguridad adoptaron medidas especiales en las demás cárceles, y en el Valle del Cauca, para evitar la expansión de la guerra. Aun cuando es claro que se trata de una venganza por la muerte de un hermano, las autoridades tienen algunas dudas pues, al fin y al cabo, para nadie es un secreto que José Manuel Herrera estaba en la cárcel porque su hermano lo delató cuando se entregó a la justicia. "Nosotros sabíamos que José Manuel estuvo muy molesto durante mucho tiempo porque Helmer lo había entregado para rebajar su pena. Sin embargo, lo ocurrido en La Modelo, demuestra que esas diferencias familiares fueron superadas", dijo un investigador a SEMANA. ¿Quién era Henao? Este ex policía, que poseía una enorme fortuna, se hizo célebre en 1994 porque logró convencer al entonces fiscal Gustavo de Greiff de que una enorme y lujosa mansión de su propiedad, situada en el exclusivo sector de Ciudad Jardín en Cali, costaba la irrisoria suma de seis millones de pesos pese a que su valor real superaba los 150 millones. En ese entonces De Greiff determinó que Henao había obtenido su fortuna de manera lícita. Sin embrago, en los siguientes años, Henao empezó a ser perseguido por las autoridades, las cuales lo señalaron como uno de los sucesores de los hermanos Rodríguez Orejuela. No obstante, las agencias antidrogas no pudieron probar nada y por esa razón el 18 de junio de 1997 la Fiscalía se vio obligada a suspender una orden de captura que había proferido, dos meses antes, por el presunto delito de enriquecimiento ilícito. Pero la presión siguió y Henao, junto con sus hermanos Arcángel y Ancízar, debieron refugiarse para evitar su captura. Hasta que, finalmente, decidió someterse a la justicia hace dos años. Con todo, los investigadores saben que el episodio ocurrido el viernes en La Modelo es muy grave. Con capos en la calle, aún sin capturar, y con los jefes de los carteles detenidos en cárceles absolutamente inseguras, es claro que cualquier cosa puede pasar.

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